9. La pocion fallida

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Cabalgamos durante toda la mañana. Zara no era una gran conversadora pero yo si lo era así que me encargué de hablar por las dos.

Le hablé sobre mi abuela, sobre mi casa, lo que hacía en mi tiempo libre y le pregunté mucho sobre el Instituto. Cómo funcionaban las clases, de qué podían trabajar las personas mágicas y qué pasaría si alguien descubriera nuestros poderes.

Durante todo ese tiempo ella no se mostró simpática pero tampoco enojada, ni fastidiada. Era como si estuviera desconectada, en un lugar lejano y por más que quisiera estar en el mismo nivel, era como si nunca pudiera lograrlo.

Al llegar el mediodía volvimos al establo, dejamos los caballos, nos despedimos de Joan y volvimos caminando por el sendero de piedras. Cuando llegamos a la puerta, Zara se despidió.

-Tengo que ver cómo están las demás Hechiceras- dijo e hizo una pausa- Gracias por acompañarme.

-Gracias por pasar el rato conmigo- contesté con una sonrisa. Zara no dijo nada, solo me miró de esa forma tan extraña que ella mira. De esa forma imposible de leer- Ahora iré a comer algo con Li, le prometí que nos veíamos a la hora del almuerzo.

Zara asintió y se desvaneció. Me pregunté como estaba tan delgada si no caminaba casi a ningún lado.

Gracias a las indicaciones de varios estudiantes que me fui encontrando en el camino logré encontrar al comedor. Eran una serie de mesas de madera para seis personas a lo largo de toda la habitación. No había mucha decoración a salvo de algunos estandartes con los colores e insignias de las distintas casas.

-¡Beth!- oí que me llamaban. Me giré en dirección al sonido y allí estaba Li, rodeada de compañeras de su casa. Me acerqué con timidez y las saludé. Li me dió la bienvenida con un beso en la mejilla y me tomó de la mano para llevarme hasta la mesa. Me senté a su lado y ella posó su mano en mi pierna.

-¿Tienes hambre?- me preguntó dándome una palmada en el muslo. Era raro el contraste entre ella y Zara. Intenté imaginarla a ella haciendo estas cosas. Parecía más probable que mis padres aparecieran un día de estos y me hicieran el desayuno antes que Zara mostrara alguna muestra de afecto hacia alguien. Me lamí los labios, pensativa.

-¿Carne con papas?- pregunté y al instante el plato apareció frente a mi. Lo miré con sorpresa. Li rió y chocó su cabeza suavemente contra mi hombro al hacerlo.

-No has hecho un hechizo boba- me dijo leyendo mis pensamientos- cualquiera de nosotras puede invocar un plato, es un hechizo del Instituto.

Increíble. Pensé y olí la comida. En ese momento mi estómago rugió. Li volvió a reír y acomodó un mechón rubio que se había salido de mi cola de caballo detrás de mi oido.

-Alguien tiene hambre- susurró y prosiguió a ordenar su propio plato.

Comí en la mesa de las Brujas y no paramos de reír y conversar ni un segundo. No sabía porqué Zara era tan dura con su casa, eran todas muy agradables.

-Toma esto- me indicó Li de pronto y me dió un copa con un líquido fosforescente. Fruncí el seño.

-¿Qué es eso?- pregunté.

-Es una sorpresa- me dijo. Tomé la copa y tomé el contenido de un trago. Tenía gusto a jugo de pomelo con gas...no, a Coca Cola...¿A vino?

-¿Qué es?- Volví a preguntar a medida que diferentes sabores de bebida se manifestaban en mi boca. Li tamborilleó la mesa con emoción.

-Es una poción multisabor en la que estoy trabajando- me explicó. Li me tomó del mentón y examinó mi rostro. Mi vista se nubló por un momento- No te ves bien- comentó preocupada.

-Deberías llevártela de aquí antes de que la vea algún profesor- dijo Marga, una de las chicas de la mesa- nosotras te cubriremos durante la próxima hora.

Li las miró con agradecimiento y se levantó.

-Tenemos que irnos de aquí rápido- me dijo pero sus palabras sonaban algo lejanas en mi mente. Al ver que no me movía Li tomó mi brazo y lo pasó por encima de sus hombros. Acto seguido me levantó y, con su otra mano sujetándome de la cintura, me llevó afuera del comedor.

Caminamos por lo que me parecieron horas. Cada dos minutos Li se detenía bruscamente y cambiaba de distracción y reacomodaba mi brazo sobre su hombro.

Cuando por fin nos detuvimos y Li cerró la puerta detrás suyo, apenas podía reconocer la habitación en la que estaba.

-Es mi dormitorio- me explicó. Miré alrededor pero sólo veía tonos blancos y color vino.

Li me llevó hasta su cama y me dejó caer sobre ella. Todo a mi alrededor daba vueltas.

-Bebe esto- me dijo y no me quejé. No tenía fuerzas para hacerlo. Abrí la boca y dejé que el líquido se deslizara por mi garganta.

Al cabo de unos minutos, mi visión se aclaró más pero mi mente aún se veía confundida y perturbada. Por algún motivo me sentía muy feliz ahora que podía ver, tenía ganas de ponerme a bailar.

Me incorporé despacio en la cama y vi como Li iba y venía por la habitación tomando diferentes objetos. Me pregunté porque no usaba sus poderes. Zara lo hacía todo el tiempo.

Li se acercó hasta mi con un paño húmedo. Se había quitado el blazer y los zapatos. Noté que usaba la camisa de una forma excesivamente ajustada, tanto que si se torcía hacía un lado se podía ver su corpiño por debajo de la ropa.

Cerré los ojos y dejé que me atendiera. Li se sentó a mi lado, aflojó mi corbata y la quitó.

-Quítate la camisa- me ordenó.

-¿Qué?- pregunté.

-Estás hirviendo- me explicó. Intenté moverme pero de nuevo volvía a sentirme más débil. Solté un quejido.

De pronto sentí unos dedos desabotonando los botones de mi camisa uno a uno. Li la abrió y me la sacó con cuidado.

Sentí un escalofrío cuando un paño húmedo comenzó a recorrer mi cuerpo. Li continuó mojándolo y pasándolo por mi cuello y mi frente mientras con su otra mano acariciaba mi cabello.

Entreabrí los ojos. Se encontraba cerca, muy cerca mío. Su cabello negro y brillante estaba sujeto en un desordenado rodete y su cara y cuello estaban brillosos por el esfuerzo que había hecho al trasladarme.

No sabía si era por la poción fallida o qué, pero las palabras se escaparon de mi boca sin que pudiera detenerlas.

-Eres muy bonita- le dije. Li me miró un instante y rió encantada.

-Tu también lo eres-me contestó y por un segundo su mirada se dirigió a mi escote. Me acarició la mejilla con el pulgar con delicadeza y luego deslizó su mano por mi cuello hasta mi clavícula.

De pronto la habitación se puso helada, como si hubieran bajado veinte grados de repente. Miré a Li con terror, temiendo que eso fuera otro efecto secundario de la poción, pero ella también parecía haberlo notado. Se levantó con ambas manos cerradas en un puño y de pronto ya no nos encontrábamos solas en la habitación.

Zara Evans había aparecido, solo que no parecía Zara.

Sus ojos se habían vuelto completamente blancos y un Aura del mismo color la rodeaba. Su cabello flotaba a su alrededor y cuando avanzó hacia nosotras, me alcanzó un aura de poder tan poderosa que reprimí el impulso de gritar. Era como algo invisible me estuviera aplastando contra la cama y me apretaba tanto el pecho que me costaba respirar.

Pude ver como Li apretaba la mandíbula con furia contenida.

Lo sabía, muy en el fondo lo sabía, que aquella era una pelea que Li no podría ganar. Bastaba con mirar a Zara a los ojos.

Se la veía dispuesta a matar.

Pink WitchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora