14. Un nuevo amigo

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-No lo entiendo- contesté. El muchacho miró a nuestro alrededor de nuevo con cautela.

-No sabes nada, ¿Verdad?- me preguntó. Negué.

-Nadie me quiere dar respuestas, es como si todos se estuvieran confabulando contra mí, por favor, necesito alguna explicación- rogué.

-¿Sales a correr a menudo?- me preguntó de pronto. Levanté una ceja, no entendía la relación con mi problema, de todas maneras asentí- ven mañana al mismo horario y te contaré todo lo que sé.

-¿Porqué no puede ser ahora?- insistí. Bruce me miró con pena.

-Tengo que confirmar unas cosas- me dijo generando más preguntas- No quiero decirte nada sin antes estar seguro de que es verdad.

Asentí. No quise insistir más, lo único que me faltaba era asustar a la única persona que quería ayudarme.

-Gracias- le dije- pero, ¿Puedo preguntarte por qué lo haces?

-¿Hacer qué?

-Ayudarme.

-Oh- comprendió- tus padres fueron una gran inspiración para mí y para miles de gente mágica. Sus avances en la magia hicieron cambios increíbles en las distintas Casas, incluso en las que no pertenecían a sus Dones.

-¿Qué Dones tenían mis padres?- pregunté.

-Tu madre era una Hechicera y tu padre era un Brujo- dijo pero no entró en detalles- sé que al tener un solo Don pensarás que eran promedio, pero ellos destacaban como nadie en sus Dones- Bruce se detuvo y miró en dirección al Instituto Merlín- Yo nunca pude conocer a mis padres, no sé absolutamente nada sobre ellos y daría mis poderes por saber aunque sea lo más mínimo. Es por eso que quiero ayudarte, al menos así podrás saber algo sobre los tuyos.

Le sonreí, agradecida. Lo hubiera abrazado pero aún no teníamos ese nivel de confianza.

-Gracias- repetí y ésta vez lo dije con verdadero agradecimiento. El me sonrió de vuelta y comenzó a trotar en dirección a su Instituto.

-Recuerda: mañana aquí- me repitió y se fue trotando.

Miré una última vez en dirección al Instituto Merlín, no podía creer que hubiera toda otra vida mágica allí dentro.

Me teletransporté a la habitación de Zara. Estaba vacía. Aproveché y me di un baño, me cepillé los dientes y me puse el uniforme.

Me sequé el pelo con la secadora, lamentablemente no poseía los poderes de Zara para secarlo en un instante. Me lo até en mi peinado usual y me cepillé los dientes, lista para enfrentar el día.

Salí a la puerta y mi optimismo se desvaneció. ¿Qué iba a hacer? Zara estaba en la Embajada, Mara y Li tenían clases y yo no conocía ninguna actividad que pudiera realizar excepto cabalgar y no tenía ganas de volver a ensuciarme.

Suspiré abatida y me dispuse a recorrer el Instituto con la esperanza de conocer mejor el edificio.

Caminé durante unas horas hasta que un grupo de chicas me detuvo. Llevaban un blazer negro: chicas Vudú.

-¡Hola!- me saludó la más alta de ellas. Era de piel morena y su cabello estaba lleno de rastas. Era muy bonita- Eres Elizabeth Lester, ¿Verdad?- me preguntó. Asentí.

-Yo soy Lee, ellas son Juana y Felicia- dijo señalando a sus otras dos compañeras de casa- ¿Puedo preguntarte algo?- me dijo.

-Claro- contesté, sinceramente a esas alturas estaba desesperada por cualquier tipo de interacción.

-¿Es verdad que te hospedas con Zara Evans?- preguntó, muy directa. Fruncí el ceño, confundida- ¿La Bruja Blanca?

-Si- contesté. El grupo soltó un grito de entusiasmo y se acercaron más a mí. De pronto ya no me sentía tan cómoda.

-¿Y? ¿Es cómo todos dicen? ¿Qué has tenido que hacer para que te lo permitan?

-No hice nad...

-¡Seguro son novias!- dijo Felicia de pronto señalándome con un dedo acusador. Reí, no podía estar más equivocada- No hay otro motivo para que Zara Evans decida hospedar a alguien en su habitación, con lo reservada que es. Seguro está enamorada.

-No somos novias- contesté, sonrojándome ante la idea.

-No lo son, tonta- dijo a la vez Julia- Si ya sabes que se rumorea que sale con Li Chan.

Felicia me observo con admiración.

-¿Cómo lo hiciste?- preguntó de nuevo.

-¿El qué?- repetí.

-Algunas tienen demasiado y otras tenemos tan poco...- se quejó intercambiando miradas de entendimiento con Lee- ¿Eres consciente de lo afortunada que eres?

Me rasqué la nuca.

-No entiendo porqué tanto entusiasmo chicas, ellas son normales como nosotras- insistí, agobiada.

-¿Normales?- repitió Julia, incrédula. Las otras rieron como si yo fuera estúpida- No hay nada normal en ellas.

-Li es la Chica Perfecta- dijo Lee con admiración- Es un modelo a seguir para todas y los rumores qué hay sobre ella en la cama...

Se mordió el labio y se perdió en sus propios pensamientos. Para mi suerte, Lee no terminó la oración.

-Zara es un enigma en persona, es la que más tiempo lleva en el instituto: casi desde bebé y nadie sabe nada sobre ella- agregó Julia con voz soñadora- y es tan hermosa...

-Lo sé- agregó Felicia- No quiero ni pensar cómo será la Gran Bruja en la cama- comentó y todas estallaron en carcajadas. Vaya, a veces olvidaba que Zara era algo así como una celebridad. No me gustaba la idea de la gente teniendo esa clase de pensamientos sobre ella.

-Bueno chicas, tengo que irme- les dije y mi voz salió más dura de lo que pretendía. Me fuí en la dirección opuesta y Caminé sintiendo un nudo en el estómago sin saber porqué. Cuando doblé la esquina, me aseguré que nadie estuviera mirando y me teletransporté a la habitación.

Para mi fortuna, Zara estaba de espaldas a mí cuando llegué. Carraspeé y en un segundo ella estaba sobre mí. Me había tirado al suelo,sus piernas me rodeaban la cintura y sus manos envolvían mi cuello.

Jadeé y ella se apartó, ayudándome a levantarme.

-Lo siento- me dijo con voz cansada- No te oí entrar- Sus ojos tenían unas grandes ojeras y tenía el uniforme desalineado. Me mordí el labio, recordando todo lo que las otras chicas decían sobre ella. Zara no podía permitirse ser así: tener amigas y compartir rumores, disfrutar de ser joven. Tenía que ser la Gran Bruja Blanca. Pensé en la responsabilidad que cargaba sobre sus hombros.

Antes de si quiera poder pensarlo, mis ojos se humedecieron y corrí hasta ella, envolviéndola en un abrazo.

-¿Qué pasa?- me preguntó devolviéndome el abrazo titubeantemente. Sus brazos envolvían mi cintura y la acerqué más a mí. Enterré mi cabeza en su suave cabello. Olía a lavanda.

-Nada- le dije y la voz me tembló. Durante un tiempo ninguna se movió y cuando comencé a llorar sin saber porqué, Zara me abrazó con tanto cuidado que sentí como si me derritiera contra ella.

Mientras me acariciaba la reconfortantemente, pensé en que si oía a alguien más decir que Zara era fría, lo golpearía.

Pink WitchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora