Hacía unos meses que Zara había dejado el Instituto y había venido a vivir conmigo a la casa de mi abuela.
Unos días después de la última visita a mis padres y la primera vez que estuvimos juntas, ella me pidió que seamos novias y acepté. Desde ese día no había momento en que nos separáramos.
Mara y Bruce nos visitaban seguido, ellos por fin habían admitido que se gustaban y también se pusieron de novios así que de vez en cuando salíamos los cuarto en citas dobles.
Zara continuó entrenándome y ayudándome a mejorar el uso de mis Dones. Ya que ella no poseía la habilidad de Curandera, entre ambas nos las arreglamos para descubrir mis habilidades en esa rama de la magia aunque mucho no nos preocupaba, ambas habíamos tenido suficiente con pociones para toda una vida.
A veces volvíamos al Instituto y Zara visitaba a sus viejas compañeras de casa y luego ambas visitábamos a Joan para ir a cabalgar un rato. Durante nuestras estadías en el Instituto, donde Zara y yo también éramos requeridas para dar distintas clases o conferencias, nos hospedábamos en la vieja habitación de Zara, la cual nadie usaba ya que solo podía ser utilizada por una Bruja Blanca o una Bruja Roja...o una Bruja Rosa, como Zara había comenzado a llamarme cariñosamente.
Era como vivir en un sueño cuando nos hospedábamos en el Instituto. La veía despertarse y el sol la alumbraba volviendo su cabello del color del dulce de leche, pero la diferencia era que ahora podía tocarla, que ahora podía ver su cuerpo desnudo junto al mío, que ahora ella se levantaría y nos daríamos una ducha juntas, en vez de esperar a que saliera para poder desayunar y espiar entre los pliegues de su bata su piel mojada. Ahora podía hacer lo que quisiera, ya que ella era mía y yo era suya. Estábamos hechas la una para la otra.
Aunque había algo que me carcomía por dentro, algo que Mara me había dicho en mis primeros días en el Instituto, cuando todavía estaba conociendo a Zara.
La aparición de una Bruja Roja solo puede significar que algo muy malo estaba por ocurrir.
Es por ello que un día, cuando recibí una carta de un hombre que llevaba el seudónimo Golden Claw y que clamaba ser el Director de una corporación llamada Genetics, que se ocupaba de ayudar al planeta en situaciones de crisis, no dudé en responderla.
Él quería que formara parte de un equipo, de un escuadrón. Ellos serían mis compañeros en la batalla que se avecinaba.
Y aunque no sabía lo que era ni cuando podía pasar, sabía que debía prepararme. Era mi deber como Bruja Roja.
Al principio fue un golpe duro para Zara saber que me iba a ir pero no podía huir de mi destino. Mis padres habían intentado cambiarlo y el resultado fue inevitable.
Luego comprendimos que no era tan grave como parecía. No estaba permitido que gente ajena a la corporación de los Genetics visitara el lugar sin autorización, por lo tanto Zara y yo no nos veíamos en el día, pero cada noche ella se teletransportaba a mi habitación para poder estar juntas. Nos aseguramos de hacerle un Hechizo insonorizador a la habitación, así no molestaríamos a nadie con nuestros ruidos.
Cada fin de semana estaba permitido recibir visitas así que esos días eran mis favoritos porque podíamos compartir el día entero juntas.
Mi grupo era extraño, pero podía ver sus auras así que a pesar de sus apariencias, no podían engañarme.
Blue, el chico flacucho con cabello azul y piercings era más astuto de lo que su aspecto aparentaba.
Marco, el chico que parecía salido de una película de Disney, con su cuerpo musculoso y su cara de muñeco, se preocupaba mucho por todos nosotros, como si fuéramos su propia familia.
Sher era el más joven, pero el más inteligente. Él era todo lo que dejaba ver, no llevaba máscaras ni guardaba las apariencias, por eso me agradaba.
La Reina Amazona se mostraba disciplinada y ambiciosa, pero también era sensible y abnegada.
Y finalmente nuestro capitán, Sebastian. Era nuestro pilar, el capitán de nuestro barco y era increíblemente bueno en su puesto, sin embargo podía ver un increíble dolor dentro suyo, un dolor que lo consumía cada día.
Me pregunté qué le había pasado. Había llegado un día más tarde al festejo de cumpleaños número catorce de Sher y algo en él había cambiado.
No quiso decir nada al respecto, pero mi Don de la Videncia hacía que él saltara como una alarma en mi interior. Una alarma que dejaba un mensaje alarmante.
Peligro.
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Pink Witch
ActionUn misterio de su pasado atormenta a Elizabeth constantemente. Un misterio sobre sus padres. Durante toda su vida, Elizabeth nunca encajó. Para ella, siempre había algo que faltaba, que necesitaba. Es por ello que cuando dos chicas aparecen en su ca...