No sé cuando tiempo estuve llorando en el regazo de mi abuela, pero de pronto una voz hizo que me teletransportara al otro lado de la habitación.
-¿Porqué tienes que saberlo todo?
Miré a Zara, quien al parecer sabía exactamente donde vivía, pero esta vez la veía diferente. La forma en que se sentaba en el sillón de mi abuelo...como si fuera la dueña de la casa, la forma en que me miraba con superioridad, como si yo fuera una niña de cinco años...
-Véte de mi casa- le dije fríamente. Zara me miró con sorpresa, al parecer no esperaba que le hablara en ese tono.
-Cuánto más sepas, más te dolerá la verdad- me dijo, acercándose.
-No des un paso más- la amenacé. Zara alzó una ceja.
-¿O qué?- me preguntó con desdén.
Sin saber como, hice que la heladera se arrastrara por toda la casa en un segundo y estrellara a Zara contra la pared.
La Bruja Blanca se teletransportó a un lado y cayó al suelo, jadeando. La había dejado sin aire con el golpe.
-¡Vete!- le grité. Todavía no podía creer que Zara no había evitado mi golpe, al parecer la había tomado por sorpresa. Ella me miró con rabia.
-No- contestó, aún en el suelo. Apreté los labios.
-Ya me quitaste a mis padres, ¿Ahora quieres quitarme mi casa?- le grité con tanta fuerza que los vidrios de las ventanas estallaron en mil pedazos.
Zara volvió a repararlos en un instante y la heladera volvió a su sitio. La Bruja Blanca se incorporó jadeando.
-¡Deja de repararlo todo!- grité, histérica y estrellé una silla contra la pared- No necesito que arregles mi vida, ¡No te necesito Zara!
Zara reparó la silla y la devolvió a su lugar. Solté un grito de frustración y me teletransporté sobre ella, tirándola al suelo.
La abofeteé en el rostro.
-¡Déjame en Paz!- le grité con tantas fuerzas que me dolió la garganta. Las lágrimas volvieron a deslizarse por mis mejillas de nuevo. Mis padres me habían abandonado por ella, me habían olvidado por ella. La preferían a ella. Podía sentir el rencor creciendo dentro de mi a tal velocidad que temía que se me desbocara el corazón.
-Ellos te amaban tanto como a mi- dijo Zara con suavidad- hay cosas que no se pueden cambiar Elizabeth.
-¡Ellos debieron amarme a mi!- le grité sujetándola por los hombros y zarandeándola- ¡Diecinueve años sin saber nada, sin comprender nada!¡Yo era su hija!
-Y yo también- contestó Zara con seriedad- Yo merezco el mismo amor.
-Felicidades, porque lo tuviste- declaré soltándola. Me levanté y me alejé lo más que pude de ella. Me sentía desdichada, rota y más sola que nunca. La única persona en este mundo a la que le importaba estaba en ese sillón sumida en un encantamiento y no podía hacer nada para traerla de vuelta.
Miré a Zara y luego recordé que ella no poseía el Don de Curandera.
Me acerqué a ella, una furia intensa incendiaba mis ojos. Nunca había sentido tanto resentimiento hacia alguien jamás, me dolía el pecho y la garganta, sentía una piedra allí donde tragaba.
-La Gran Bruja Blanca- le dije e intenté transmitir mi desprecio en mis palabras- ¿Podría ayudarme a despertar a mi abuela?
Zara no apartó su mirada de la mía, como siempre no podía saber qué estaba pensando, aquello no había cambiado.
-Claro que no puedes- le dije- No sirves. Quizás por eso mis padres desaparecieron, quizás se dieron cuenta de que habían malgastado diecinueve años en la hija equivocada.
Zara abrió la boca y sus ojos se volvieron vidriosos, en ese momento supe que la había herido. Se sentía bien. Decidí dar el golpe final.
-Sé porqué odias a Li. A ella todos la quieren, es amigable, es una buena líder de su casa y resultó ser una buena compañera de habitación. Ella es todo lo que nunca podrás ser. Ah y, además- agregué acercándome a su oído- ella si puede ayudarme a despertar a mi abuela.
Sin ver la expresión de Zara me teletransporté a la habitación de Li y me metí en la cama, dejándome invadir por su aroma.
Mi satisfacción de hace unos segundos se había desvanecido y, en mi soledad me enfrenté a la verdad: nunca me había sentido más miserable en mi vida.

ESTÁS LEYENDO
Pink Witch
ActionUn misterio de su pasado atormenta a Elizabeth constantemente. Un misterio sobre sus padres. Durante toda su vida, Elizabeth nunca encajó. Para ella, siempre había algo que faltaba, que necesitaba. Es por ello que cuando dos chicas aparecen en su ca...