24. Un largo camino

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Luego de esa clase comenzaron los meses más intensos de mi vida.

Clases por la mañana, entrenamientos con Zara a la tarde, salir a correr al atardecer y por las noches...Li.

Tres meses más tarde ya ni recordaba lo que era un día tranquilo. Tener más de un Don significa tener el doble de materias y por lo tanto más horas de clase. No sé cómo Zara sobrevivió a la cantidad horaria que le exigía tener cuatro Dones y mucho más como logró graduarse temprano.

Estaba segura de que su autoexigencia debía ser uno de los principales motivos. Podía ver que Zara cada día se obligaba a ser mejor y mejor y eso también me lo transmitía a mí.

Las habilidades de Videncia eran más fáciles de dominar, emanaban de mí como el agua de un río pero era mucho más difícil controlar mis habilidades como Bruja. Eso requería más concentración y más paciencia. Es por ello que el primer mes fue bastante optimista: mis avances en la Videncia eran rápidos y palpables. Me sentía bien conmigo misma e incluso logré obtener felicitaciones por parte de Zara

Pero a partir del segundo mes, cuando ella declaró que ya tenía un conocimiento muy avanzado en Videncia y que era hora de pasar a mi siguiente Don, que todo se puso más difícil.

Zara era una buena maestra y muy paciente pero yo no lo era y ese era mi mayor problema. Según la Bruja Blanca, el primer paso para ser una buena Bruja requeria de una liberación total ante el ambiente que nos rodea, dejarnos vulnerables a nuestro entorno para que éste nos acepte de la misma manera y se vuelva vulnerable a nosotros. De esta forma los objetos serían más fáciles de controlar y demás. Pero yo tenía problemas con eso de ser Vulnerable, no me gustaba la idea.

Dos meses más tarde, mis Dones como Bruja eran bastante aceptables y a medida que mejoraba, las clases se volvían más cortas o tenían más silencios incómodos y ambas podíamos notarlo.

En ninguna clase mencionamos a mis padres o nuestro incómodo pasado. Metimos todo eso en una caja y tiramos la llave lo más lejos que pudimos.

Podía ver en Zara cierta culpabilidad. Sabía que en el fondo ella estaba haciendo lo posible para otorgarme las mismas enseñanzas que mis padres le dieron a ella y ese debía ser el único motivo por el cual soportaba verla todos los días.

Era difícil ya que mientras mi mente la rechazaba, todo mi ser parecía ir en contra de la corriente. Zara seguía despertando una gran curiosidad en mi. Cada cosa que hacía, sus contestaciones, sus silencios, todo en ella me llamaba de una forma que nada lo hacía, como si ella fuera un faro y yo fuera un barco. Un barco que lleva meses perdido en el océano y ella es lo que me lleva a casa, al final de todas las respuestas.

Pero Zara es un faro apagado, así que yo sigo perdida.

Bruce y yo nos volvimos cercanos. Él era la única compañía masculina con la que contaba a parte de Joan, el chico de los establos, a quien veía de vez en cuando, cuando salía a cabalgar.

A pesar de lo que las demás chicas solían decir sobre los chicos, Bruno no me parecía infantil ni tonto. De hecho era muy amable e inteligente.

Al verlo comprendí aquella frase que decía que los opuestos se atraen. Mara era comprensiva, extrovertida y graciosa, Bruce era tímido, atento y un poco nerd. Él solía decirme a menudo que él nunca se habría animado a hablarme pero que por algún motivo supo que nosotros seríamos amigos. Estaba en lo correcto.

Durante estos tres meses, tuve la oportunidad de conocer más a Mara. Ella solía ser mi compañera en los ratos libres, en las clases de Videncia y en algunas comidas, siempre que Li no estuviera cerca. Ambas tenían una buena relación, pero podía ver que no eran amigas. Li le caía bien a todo el mundo porque la gente la admiraba, Mara caía bien porque era agradable. Eso hacía que ambas chocaran en un punto y que evitaran pasar tiempo juntas más de lo necesario.

Mara y Bruce eran un gran soporte en cuanto al enigma de mis padres. Me ayudaban a investigar, a armar teorías y desmentirlas, a quitarle información a los profesores y a otros alumnos mayores. A pesar de todo, lo poco que logramos obtener era lo que ya sabíamos: que mis padres eran una hechicera y un mago importantes, que ambos eran miembros del consejo, que habían sido los mentores de Zara y que habían desaparecido hace un tiempo.

Los buscaron pero abandonaron la búsqueda luego de no encontrar señales de ellos por dos años.

Y allí nos quedamos estancados. Nadie más sabía nada. Sabía que había una sola persona que podría decirme más sobre ellos: Zara. Pero no iba a lograr sacarle una palabra así que iba a tener que recurrir al siguiente nivel.

Li y yo estábamos acostadas en su cama, entrelazadas, cuando se me ocurrió una idea.

-¿Cómo funcionan las pociones?- le pregunté acariciando su cabello. Li tenía su mano en mi espalda y la deslizó hasta mi trasero, comenzando a tontear con él.

-Hay millones- dijo y clavó sus uñas, acercándome- y millones de maneras de hacerlas. El método es lo que hace que una poción sea más o menos dañina y también determina la fuerza y duración que tiene en la persona.

Li me empujó hacia ella y nuestros vientres chocaron. Ronroneé contra su cuello y la besé.

-¿Podrías hacerme una poción?- le pregunté entre besos. Li me hizo rodar sobre la cama y se puso encima mío.

-Claro- me dijo besando mi cuello, sus manos se deslizaron a mis pechos- ¿Para qué?

-Ya sabes que estoy investigando sobre mis padres hace mucho- jadeé mientras ella comenzaba a besar mi pecho izquierdo- creo qué hay alguien que puede darme información muy importante.

Li siguió bajando por mi estómago y me estremecí.

-¿Para quién es?- me preguntó mientras me mordía el obligó. Otro escalofrío me recorrió de pies a cabeza.

-Para alguien del Instituto Merlín- mentí- Bruno dice que puede sacarle información, pero si o si necesitará una ayuda extra.

-Bien, te ayudaré bebé- dijo y su boca se dirigió a mi entrepierna.

Me sujeté del respaldar de la cama mientras Li me daba placer con un sentimiento de euforia expandiéndose en mi interior.

Al fin, después de tanto tiempo, habría un avance.

Pink WitchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora