12. El secreto

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Aviso: decidí cambiar a la actriz de Elizabeth por Benedetta Porcaroli, se me hace más similar a como la imagino y no tan perfecta como Elle.

Aviso:  decidí cambiar a la actriz de Elizabeth por Benedetta Porcaroli, se me hace más similar a como la imagino y no tan perfecta como Elle

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Me acerqué a ella y le toqué el hombro. De pronto una fuerza invisible me lanzo hasta atrás y me estrelló contra la pared haciendo que un parte de ella se rompiera. Varias personas alrededor soltaron un grito de sorpresa.

Cuando Zara me reconoció la presión que me mantenía contra la pared se detuvo y caí al suelo sobre mis rodillas.

-¡Elizabeth, lo siento tanto!- me dijo Zara corriendo hasta mí, se arrodilló a mi lado y me ayudó a levantarme- me has asustado.

-No...es...nada- jadeé, todavía me faltaba el aire y aquel ataque repentino me había asustado de veras.

Zara me inspeccionó de arriba abajo y me limpió algunos rastros de metralla de la pared que habían caído sobre mí cuando me estrellé. Me volteé, había quedado un hueco allí donde me había golpeado.

-Vaya- susurré.

-De veras lo siento- insistió Zara. Le sonreí a pesar de que me dolía todo el cuerpo.

-¿Bailarías conmigo?- le pregunté. Avance hasta ella pero trastabillé en mis tacones y caí sobre su pecho. Zara me sujetó con fuerza y me ayudó a pararme.

-Tal vez deberías ir a la enfermería- sugirió. Negué y me dolió el cuello cuando lo hice pero lo disimulé.

-Me has herido y como perdón debes bailar conmigo hasta que termine el baile- le ordené. Zara terminó de reparar la pared con su magia, la multitud se había dispersado y todos volvían a bailar como si nada hubiera pasado.

-Bien- accedió y extendió su mano hacia mí. Zara podía ser mandona pero al menos era una chica justa.

Reconocí la canción que comenzó a sonar, mi abuela solía escucharla todo el tiempo. Era She por Elvis Costello. Habían empezado los lentos.

Zara me tomó de la mano y me arregló hasta el centro de la pista, donde múltiples parejas se encontraban bailando. Escuché como susurraban y nos observaban pero los ignoré, solo podía pensar en la calidez de la mano de Zara contra la mía y la firmeza con la que sus dedos se entrelazaban con los míos. Quise acariciar el dorso de su mano con mi pulgar, pero Zara se detuvo y me enfrentó.

-Me gusta esta canción dijo- mirándome con sus ojos chocolate. Las luces hacían que brillaran de una forma especial y sus pestañas, ahora más alargadas y oscuras, los hacían ver más grandes. Sonreí y ella puso ambas manos sobre mi cintura y me acercó. Yo rodeé su cuello con mis brazos, a pesar de los tacos, ella todavía era unos centímetros más alta. Su esmoquin era tan suave como lo había imaginado.

Nos balanceamos de un lado al otro al ritmo de la música sin decir nada. Podía sentir la cálida respiración de Zara contra mi frente y sus manos contra la tela de mi vestido.

Pink WitchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora