(Nacha)
- ¡Alumnos! Hoy vamos a hacer un trabajo grupal para mejorar la convivencia escolar.
Duak, la hueá pajera.
Orientación es una mierda. El día jueves es una mierda. Toda la semana es una mierda.
-Yo armaré los grupos -avisó el profe jefe.
Sacó un plumón y empezó a anotar los grupos en la pizarra.
Cuando leí que me tocaba con la Lidia, la Ágata y una amiga de la Ágata, me quería cortar las tetas.
¿Por qué soy tan yeta por la conchetumare?
Con la Lidia seguíamos peleadas más encima. Todo mal. Pero tendríamos que unirnos. Como amigas, obvio, no otra cosa, no piensen mal, cabros cochinos. Me refería a que la Ágata con la maraca de su amiga nos iban a tirar "tallas" pesadas. Nos iban a hueviar y por eso teníamos que defendernos entre las dos con la Lidia, aunque seguía enojá con la hueona por no haberme apañado, en una hueá de su "mejor amigo" el Alonso más encima. Entera pajera la culiá, pero igual la amaba a la perra culiá, si era mi mejor amiga, no podría odiarla aunque quisiera.
- ¡Ya pues! ¡Formen los grupos inmediatamente! -nos apuró el profe mala onda.
Miré automáticamente a la Lidia y ella a mí. Creo que esta será nuestra reconciliación... Aunque igual me sentía culpable porque le pusieron una anotación por mi culpa, porque yo le dije que le sacara el celular a la maraca de la Ágata. Pero ella como era mi amiga, negó todo, como lo prometimos al principio. Debía estar enojá conmigo porque le daba color con las anotaciones. A mí, al contrario, me importaba un pico que me pusieran una anotación. Una más, una menos, ¿cuál era la diferencia? Ninguna po, hueón.
La Lidia se acercó a mi puesto con su estuche y su cuaderno en la mano.
- ¿Estai enojá? -le pregunté cautelosamente-. ¿Conmigo?
-No contigo, con esa maraca culiá -me respondió con rabia refiriéndose a la Ágata-. Y con el profe -agregó-. ¿Por qué hace actividades tan hueonas?
-Ni puta idea -respondí-. Mi tiempo vale oro y más encima el hueón lo gasta en hueás.
-Sí, ¡ugh! -se quejó-. Me voy a sentar al lado de vo.
-Bueno -sonreí-. Aunque pensé que te queríai sentar al lado de tu mejor amiga Ágata -bromeé.
-Ah, sí po, obvio -comentó con sarcasmo.
Una vez sentada al lado mío, la abracé. ¡Extrañaba a esta maraca culiá más que la chucha!
- ¡Hueona lela! -bromeó.
- ¿Y qué hueá? Si te extrañé po, maraca culiá.
-Yo igual oh.
-Más te vale.
Se rió.
-Oye quie...
- ¿Y su grupo? -la interrumpió el profe.
Puta que huevea este hueón oh. ¿No se cansa?
-No han venido para acá -respondí.
El profe le hizo unas señas a las maracas para que formáramos el grupo, pero ellas le dijeron, con señas también, que nosotras fuéramos donde estaban ellas.
- ¡Ah, profe! -me quejé-. Que ellas vengan para acá. Acá hay más espacio, y usted sabe que tiene que haber espacio en la sala en caso de un terremoto, operación Deyse.
-Tienes razón. Es que estas niñas no quieren venir para acá -dijo acomodando dos mesas delante de nosotras-. ¡Vengan para acá! -le gritó a las hueonas y se fue a sentar a su mesa.