XXI

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-¡Te dije, hueona! -me dijo la Nacha con una sonrisa.

Dejé de mirar al vacío y vi al Fede con su mamá entrando por la puerta del gimnasio.

-Profe, llegó el Fede- dijo un compañero.

El profe suspiró y se agarró el corazón.

-¡Al fin llegó éste cabro!

No me di cuenta de que estaba sonriendo. Cambié rápidamente la expresión a mi cara seria de siempre.

-Me salvé, hueón-le dije a la Nacha.

-Éste culiao no te podía dejar sola, o si no lo iba a castrar-me guiñó un ojo.

Cuando el Fede subió detrás del escenario se puso a mi lado y me dio la mano. Mi corazón dio un salto. ¡Me dio la mano conchetumare!

Contrólate culiá, si no te gusta éste hueón-pensé.

-¿Estai lista? -me preguntó con una sonrisa, pero una sonrisa triste.

-Eh... sí... sí... ¿y tú? -balbuceé.

Puta la hueá, va a cachar que estoy nerviosa.

Él sonrió. Se dio cuenta de que estoy nerviosa por eso sonrió.

-Sí-me dijo.

Tenía que soltar su mano, pero no quería.

El silencio empezaba a llenarnos. Para mí era incómodo, pero él estaba pensando en otra cosa. Quería saber en qué, pero no sería capaz de preguntarle.

Cuando por fin terminó la presentación de los octavos, me puse más nerviosa que la chucha. Por suerte en un momento el Fede me soltó la mano, así que me la sequé porque estaba toda sudá.

-Ahora los dejamos con la maravillosa presentación de los segundos medios-se escuchó desde atrás del escenario, donde estábamos nosotros.

El profe de ed. Física nos hizo señales para que entráramos.

-¡Suerte chiquillos! -nos dijo el profe.

Entramos al escenario con aplausos de parte del público. Íbamos de la mano de nuestras parejas y nos pusimos en nuestras posiciones.

Miré a mis papás y a mi abuela. Me sonrieron y me aplaudieron. Me dio vergüenza.

-Acuérdate de sonreír-me recordó el Fede.

-Hueá mía si sonrío o no-le dije pesá y puse una sonrisa.

Segundos después empezó la canción culiá de Romeo Santos con otro hueón más.

-¿Por qué llegaste tan tarde? -le pregunté al Fede cuando hicimos un paso en el que quedamos muy cerca el uno del otro.

-Hueá mía por qué llegué atrasao-me guiñó un ojo con una sonrisa.

Me dio una vuelta y después quedamos apegados nuevamente.

-¡No me robí mis palabras! -le dije.

Soné como cabra chica, pero ni ahí.

Me dio otra vuelta y luego quedé detrás de él. El Fede hizo un paso solo y después volvió a buscarme atrás.

-Hueá mía si te las robo o no-me respondió.

Ahora me tocaba a mí hacer el paso sola adelante. Después volví atrás a su lado nuevamente. Me agarró de la cintura con una mano y nos miramos a los ojos.

-Me caí' mal-le dije.

-Tú a mí me caí' bien.

Luego me dio otra vuelta y bailamos apegados, con una mano entrelazada, la otra suya en mi cintura y la otra mía en su hombro. Típico paso de bachata. Y comenzamos a levantar la cadera.

Enamorá de un ahueonaoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora