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Perdón por demorarme tanto en subir el cap:( es que como ya les expliqué anteriormente, tuve pruebas y esas weás místicas. Pero aquí está la weá, está fome, ya sé, pero el próximo... no les quiero hacer spoiler, pero va a estar DEMASIADO SOÑAO, DEMASIADO BACÁN. Ténganme un poquito de paciencia, subiré el próximo capítulo muy pronto porque solo me quedan dos pruebas.
Gracias por las nuevas lecturas y los nuevos votos, cada día más personas leen la novela :') ¡estoy súper felizzzz! <3.
Y... esperemos que la Teletón llegue a la meta :D <3.
Ahora sí, disfruten el cap ;).

(Lidia)

A lo lejos sentía ruidos. Era mi papá. Seguramente se estaba duchando para después irse a trabajar. Estaba tan cagá de sueño que ni siquiera me dio el cuero para bajar a hacerle el desayuno. En mi defensa, quedarse hasta las 5 de la mañana viendo películas en el notebook, era más cansador que la chucha.

Estaba soñando con el Fede. Estábamos en una plaza, pero la plaza estaba adentro del colegio, en medio de todo el patio. Tenía demasiados árboles, un abundante pasto, y lo que me llamó más la atención, fueron las rosas rojas. Era un rojo intenso, más bien oscuro. En simples palabras, era un rojo maraca intenso oscuro.

Ambos estábamos sentados en la única banca que había. Era una banca muy peculiar, ya que solamente podía sentarse una persona. Era la hueá más rara que había visto en mi vida, o más bien, soñado en mi vida.

La hueá es que yo estaba sentada en el apoyabrazos de la banca, y el Fede en la banca. Hasta en mi sueño era poco caballero el culiao. Recuerdo perfectamente la hueá hueona que estábamos hablando. Estábamos contando el pasto. Cada hoja de pasto. El Fede empezaba a contar desde cero a cada rato porque yo lo confundía diciendo números al azar como "quince, cincuenta, tres, diez, uno", entonces en una, el hueón se enojó conmigo por no dejarlo contar. Yo lo empecé a mover para que se le pasara el enojo, pero él seguía mirando a la nada con los brazos cruzados. De repente me tiré a su regazo y mágicamente se rompió la hueá de banca y yo quedé encima de él. Yo escuchaba los latidos de su corazón en esa posición y el Fede se dio cuenta de eso en el sueño, así que decidió pararse al toque y me dio la estúpida excusa de que había corrido para llegar temprano a la cancha. Había dicho cancha y estábamos en plena plaza que estaba en el pleno colegio. Pero bueno, los sueños no siempre tienen sentido.
Después, no sé cómo, la banca se había arreglado y el Fede estaba sentado en ella con una corona de pasto con algunas flores. La hueá de corona era entera homosexual, pero igual se veía hetero rico.
El culiao en el sueño decía que si queríamos probar sus labios, teníamos que traerle tres rosas blancas. Yo miraba a mi alrededor y solo veía rosas rojas oscuro. Después estaba en un laberinto de rosas, y la Ágata con la mina que estaba con el hueón en el paradero, estaban buscando las rosas blancas.
Yo estaba seducida por las rosas. Las miraba con admiración. Habían rosas de todos los colores, menos blancas. En ese momento apareció el Alonso amarrado con las espinas y me pedía que lo salvara. Tenía que cortar las espinas con rosas blancas también. No sé qué hueá tenía mi sueño con las rosas blancas, si a mi gusto, las de los otros colores eran mucho más lindas.
Cuando divisé algunas rosas blancas, apareció una hueá mutante. Era una hueá mezcla compás y de la hueona que abrazó al Fede en el paradero. Esa hueá mutante corría más rápido que yo, pero yo, entera kung fu le pegué una patá a la hueá y se desarmó en pedacitos. El Alonso me gritaba que esa hueá se iba a armar de nuevo, así que tenía poco tiempo para agarrar las hueás de rosas blancas.
Cuando tuve las rosas en mis manos, corrí más que la cresta para que la hueá mutante no me alcanzara. Pero no llegaba nunca a mi destino. Pero no sabía cuál era mi meta. ¿El Alonso o el Federico? No pude saberlo, porque mi papá justo me besó la frente y me despertó.

-¡Sigue durmiendo, Lidita! -me susurró.

-¿Ya te vai? -le pregunté adormilada.

-Sí. Te dejé desayuno en la mesa. En el almuerzo anda a mi trabajo y vamos a comer algo, ¿te tinca?

Enamorá de un ahueonaoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora