XXXV

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Ese mismo día en la mañana...

-Lidia, ¡levántate para que me acompañí a la feria! -dijo mi mamá abriendo las cortinas de mi pieza.

¡Me carga cuando abren las cortinas hueón! ¡Es MI pieza! Yo sé cuándo se abren y cuándo no.
Me tapé la cabeza con el cobertor.

-Ya po. No quiero ir sola y no está tu abuela para que me acompañe-insistió.

-Ya-le respondí de mala gana.

-Vístete y baja a tomar desayuno-me dijo yéndose de mi pieza.

Me estiré, me destapé y me fui acostumbrando a la luz del sol. Tiempo culiao raro. Ayer hacía caleta de frío en la noche y ahora... ¡Anoche! ¡Conchetumare! Se me había olvidado por completo la traumante escena de mis papás abrazados en el sillón. O sea, no traumante, pero impresionante, shockeante y toda la hueá. Por suerte había guardado la evidencia pa copuchear con mi abuela cuando llegara del sur po, obvio. Y a mi Nachina también se la iba a mostrar.

Me vestí y bajé a tomar desayuno.
Mi mamá tenía música puesta y estaba cantando y todo hueón. En un momento se me pasó por la cabeza que quizás la Nacha tenía razón y ayer culiaron, pero deseché la idea inmediatamente para no traumarme. O sea, ya sé que nací producto de eso, pero igual es traumante ver a tus papás culiando, aunque no los vi, pero imaginármelos igual era traumante.

-¿Por qué tan feliz? -le pregunté a mi mamá.

No me pescó.

-Ahí está el desayuno. Tómatelo rápido para que vayamos a la feria.

-¿Tú ya tomaste?

-Uy, ¡que amanecimos preguntonas!

Yia... ¿Qué onda? Estaba muy rara.

Después de tomar desayuno acompañé a mi mamá al patio a buscar el carro de la feria.

-¿Vai a comprar muchas cosas? -le pregunté con una mueca.

-Más o menos.

Partimos a la feria y el carro sonaba más que la chucha. Típico.

-Vamos comprar unos kilos de papas-me avisó mi mamá como si a mí me importara.

Me quedé atrás cuidando el carro mientras ella compraba, pero después caché que el viejo culiao la quedó mirando y me dio rabia, así que me acerqué a ella y le dediqué una mirada asesina al viejo. Parece que le di miedo al culiao, porque cuando mi mamá le pagó, él le entregó el vuelto sin ni siquiera hacer contacto visual con ella.

-¿Llevo frutas o no? -me preguntó mi mamá.

-No sé, si querí...

-¿Pero tú querí comer o no?

-Sí.

-Ya, a la vuelta compramos. Primero compremos las verduras.

Ya mamá, si no me importa en qué orden vai a comprar las hueás.

Compramos zanahorias, cebollas, limones, cilantro, tomates, lechuga, cebollín, repollo, y más hueás. Nos faltaban solamente las frutas.

-¿Qué frutas compramos? -me preguntó mi madre.

-Mmm... ¿plátano?

Mi mamá soltó una risita. Y yo soy la mal pensada...

-Mamá, ¿qué onda? ¿Por qué tan mal pensá?

-Ay, Lidia. Tú y tus hueás-dijo controlando la risa.

Mmm... al parecer se acordó de la noche loca de ayer. Estoy segura de que culearon con mi papá. Qué asco conchetumare. Menos mal que no llegué antes a mi casa porque quizá con qué escena me podría haber encontrado.

Enamorá de un ahueonaoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora