XXXVI

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Cuando escuché la reja cerrarse le pedí a Dios que mi mamá y la tía se demoraran poco. No podría soportar estar tanto rato sola con el agilao del Alonso, y digo sola porque no creo que la Sofi pueda defenderme de ese animal.

Extrañaba caleta a la Nachina. No había hablado con ella desde ayer en la noche. ¡Eso es caleta de tiempo! Quizás dónde andaba la culiá.
Ni siquiera tenía la contraseña del Wi-Fi porque el papá del Alonso se había cambiado de compañía y no sé qué hueá.

En un momento el Alonso pausó su juego y salió de la pieza. Ese era mi momento de preguntarle a la Sofi si se sabía la contraseña del Wi-Fi.

-Sofi-le susurré-, ¿te sabí la contraseña del Wi-Fi?

-¿Qué?

-¿Te sabí la contraseña del Wi-Fi?

-¿Del W-Fi?

-Sí.

-Sí me la sé.

-¿Cuál es?

-Eh...-miró hacia arriba como intentando recordar-, no sé.

¡Por la chucha! Ya estaba aburrida de hacer pulseras.

-¿Y si vemos una película de princesas? -le pregunté a la Sofi entera emocioná.

-Mejor de ponys.

-¡Ya!

-Pero... pero el Alonsho está jugando.

Lo sé, Sofi. Por eso quiero ver películas de ponys.

-No importa-le respondí-, no creo que se enoje.

-Sí se enoja-hizo una mueca-. ¡Yo le voy a, a preguntar cuando vuelva! ¿Ya?

-Bueno.

Ni siquiera soy buena manipulando niños. Mi vida vale mierda.

Minutos después llegó el Alonso con un vaso de bebida y ¿mentas? Oh, que es hueón este hueón por la chucha. Y más encima no me trajo bebida el conchesumare, ¿estoy pintá acaso? No po hueón.

Alonsho! -gritó la Sofi-. ¿Podemos ver una película de ponys?

-Estoy jugando, Sofi.

-Pero, pero ya haz jugado mucho.

¡Me encanta cómo habla esta cabra chica hueón!

-Ya, después veí una película, ¿ya?

-Bueno-aceptó ella de mala gana.

Caminó hacia mí y me miró. Estaba enojada.

-Dijo que no-me contó como si no hubiera escuchado.

-¡Pucha que es pesao! -comenté en voz alta.

-Shí.

-Sigamos haciendo pulseras no más.

Tenía todos los dedos acalambraos de tanto hacer pulseras, porque la Sofi estaba usando las hueás de pinzas, así que me di un descanso y miré cómo ella unía los elásticos. ¡Yo también quiero un hermanito! Pero de mis dos papás, no de mi mamá con otro gallo o de mi papá con otra mina. Podría haber una posibilidad de que mi mamá estuviera embarazada por lo de ayer, ¿o no? Sería traumante igual que mi hermanito naciera producto de sexo en el sillón. Aunque en la tarde había revisado cada cojín por si había algún líquido o alguna mancha sospechosa y no encontré nada. Podrían haber culiado en cualquier parte de la casa. ¡Qué asco conchetumare!

-Lidia-me habló la Sofía sacándome de mis pensamientos-, ¿tú estás enamorada?

Mi corazón comenzó a latir súper rápido. ¿Qué hueá esa pregunta? Qué incómodo.

Enamorá de un ahueonaoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora