XXV

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¿Por qué el inspector me sacó de clases a mí? ¿Por qué el Fede está afuera? ¿Qué hueá hicimos? ¿Acaso el culiao me acusó por molestar? No cacho ni una hueá de lo que está pasando. ¿Qué sucede?

-¿Qué onda? -le susurré al Fede mientras caminábamos por el pasillo detrás del inspector.

-No cacho, pero parece que descubrieron nuestro pololeo secreto-me guiñó un ojo.

-Tú hablai puras leseras-le dije negando con la cabeza y con una sonrisa en mis labios.

-Igual te gustaría.

-Obvio, me encantaría-dije con un tono nada sarcástico, pero en realidad era con sarcasmo.

-Lo admitiste.

-Era sarcasmo.

-Era tu voz normal, no tu voz sarcástica.

-Tú no conocí mis tipos de voces.

-Te conozco más de lo que creí, Lidia.

-Eso sonó psicópata.

-Publicai muchas canciones en inglés en Facebook.

¿Éste culiao me psicopateó en Facebook? La volá. Nunca se me pasó por la mente que el culiao me hubiera psicopateado.

-¿Me psicopa...?

-A la oficina de la directora-me interrumpió el inspector.

Ya habíamos llegado al pasillo en donde estaban todas las oficinas, y yo no me di ni cuenta. ¡Nos quería ver la directora! ¡Conchetumare! ¿Qué hueá tan grave hice para que me llamara la directora?

Con el Fede nos miramos a los ojos por unos segundos, y luego caminamos hasta la puerta de la oficina de la directora.

El Fede abrió la puerta y me hizo un gesto con la mano para que pasara.

Ahí estaba la vieja culiá de la directora, firmando unos papeles, creo,

-Permiso-cije.

Ella levantó la vista de sus papeles y nos miró.

-Adelante, niños.

-¡Buenos días! -le dijo el Fede.

-Buenos días-respondió ella-. Tomen asiento.

Nos señaló los asientos que estaban delante de su escritorio y nosotros nos sentamos.

-Supongo que saben por qué los llamé-dijo ella.

-En verdad, no tenemos idea-respondí.

-¿Y tú Federico?

Él negó con la cabeza.

-Tampoco-respondió.

-Bueno. Ustedes saben que yo odio que los alumnos de mi establecimientos se vean envueltos en peleas.

¿Qué hueá ésta vieja hueón? ¿Piensa que peleé con el Fede o qué hueá?

-Ah, ya sé por qué lo dice-dijo el Fede acomodándose en la silla relajadamente.

-¿Y tú, Lidia? -me preguntó la vieja.

-Todavía no.

-Te mostraré un vídeo para refrescarte la memoria.

Sacó el medio celular y puso un vídeo.
¡Era un vídeo de mi pelea con la flaite reculiá!

-Aaaaah-comenté.

Cuando la flaite empezó a hablar, miré al Fede y me cagué de la risa junto con él.
El vídeo terminó y nosotros seguíamos cagaos de la risa,

-Yo no le veo la gracia-comentó la directora con una cara seria.

Enamorá de un ahueonaoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora