Estaba comiendo cereal en un pocillo, en mi pieza. Cuando se me acabaron bajé a la cocina a buscar más. Mi abuela estaba raja en el sillón con la tele prendida, y mi mamá estaba sentada en la mesa haciendo cálculos sobre sus cuentas, en mi cuaderno de religión. Como si Jesús pudiera pagar sus cuentas.
-¿Qué te pasó? -me preguntó la sapa de mi mamá.
Le señalé el pocillo y la cocina.
Después de llenarlo con cereal, ella me indico que fuera a su lado con la mano.
-Tengo que contarte algo...-me dijo.
Mi corazón se aceleró inmediatamente.
¿Qué hueá era? ¿Mi abuela estaba enferma? ¿Ella estaba enferma? ¿Mi papá estaba enfermo? ¿Ella está pololeando? ¿Mi papá está pololeando? ¿Mi abuela está pololeando? ¿Está embarazá?
-¿Qué volá? -le pregunté asustada por saber la respuesta, sentándome al frente de ella.
-¿Cómo que qué volá?-me retó-. Yo no he críado a una pendeja flaite, así que habla bien.
-Bueno, ya. Le dai color-me eché un puñado de cereal a la boca-. Cuéntame luego porque estoy ocupá.
-¡No me hablí así, ah! Me dieron otro trabajo...-dijo seria.
-¡Eso es bacán po!
-Hay un pequeño problema...
La miré para que me siguiera contando. Ella suspiró.
-No te voy a poder ir a buscar al colegio, Lidia. O sea, te puedo ir a dejar en la mañana, pero en la tarde tení que venirte sola.
Abrí la boca dramáticamente.
-No importa. Le digo a mi papá que me vaya a buscar-me paré de la silla-, tan simple como eso.
-Tampoco puede. Ya hablé con él.
-¿Qué? ¿Por qué? -hice un puchero.
-Llámalo y pregúntale tú misma.
Hice una mueca.
-Ya, después.
Subí con mi pocillo lleno nuevamente de cereal, y seguí leyendo el libro que leía anteriormente en el celular.
**
Ya era domingo. Todo el sábado lo pasé viendo películas en el notebook, porque, gracias a Dios, no habían tareas para la semana.
Llamé a mi papá por teléfono para preguntarle si me podía ir a buscar al colegio.
-Hola, papá-lo saludé.
-Hola, hija. ¿Cómo estai?
-Bien, ¿y tú?
-Bien. ¿Qué te pasó? ¿Estai bien?
-Sí. Es que mi mamá me dijo que tiene trabajo nuevo...
-Ah, sí, ¿qué pasa con eso? -preguntó confundido.
-No me va a poder ir a buscar al colegio.
-Mmm...-dijo en asentimiento-. ¿Querí que te vaya a buscar yo?
-¡Exacto!
-Lidia, no puedo. Estoy lleno de pega. No tengo tiempo, sorry.
-Pucha-hice un puchero inconscientemente, porque sabía que él no me veía.
-¿No te quejai tanto de que estai grande? Vente sola del colegio po.
-¡Pero es que tengo que tomar micro po!