Me desperté temprano porque estaba sonando mi celular. Era mi papá el que me llamaba, y ahí me di cuenta de que ya era mi cumpleaños hueón. ¡El tiempo pasó volando!
Mi papá me cantó el cumple feliz y después me dijo que a la tarde iba a pasar a verme.
Septiembre se había pasado más rápido que un peo fugaz. Fue un pésimo mes, que se resumió en el accidente de la Ágata. Nadie del curso cachaba lo que realmente le había pasado, solo sabíamos que estaba en la clínica, y recalco clínica, y al parecer no iba a volver más al colegio, hasta fin de año. Una parte de mí, estaba un poco feliz, aunque sonara mala. No había compartido con nadie ese sentimiento, prefería quedar como mojigata, que como una hueona que se alegra por las desgracias de los demás. Pero como mi mejora era igual a mí, en ciertos sentidos, me dijo que pensaba que el accidente lo había provocado el karma, y yo creía lo mismo.Bajé para ver si me habían hecho un desayuno súper especial por mi cumpleaños, o alguna hueá así, pero me di cuenta de que estaba más sola que un deo. Mi mamá obviamente estaba trabajando, pero ¿y mi abueli? Ni siquiera mi gato estaba po hueón, porque ni siquiera tenía uno.
No había ni una hueá de regalo, ni desayuno, ni torta escondía, ni una hueá. Lo único que había en el refri era un limón partío por la mitad, todo seco, un pedazo culiao todo chanta de zanahoria y unos plátanos culiaos más negros que el pico de Carl Johnson, CJ de GTA po hueón. Maldita pobreza. No había ni una hueá pa comer y me daba plancha pedirle a la sora Yolanda que me fiara, porque siempre ponía el meo caracho la vieja de mierda, así que estaba obligá a prepararme cualquier hueá pa parar la sonajera de tripas.
Había faltado al colegio porque me carga cuando los hueones me cantan el cumpleaños. Además la Nacha me quería tirar huevos y me daba paja bañarme después.
Me había preparado leche con plátano, ya, weno, con cuea quedaba leche, así que tuve que echarle agua po conchetumare, y los plátanos me dieron más asco que la chucha, pero me hice la hueá igual, y me la tomé al seco. Casi vomito la hueá, pero al menos le había echado algo a la guata.
No quería empezar mi cumpleaños número 16 achacá, así que prendí la radio del año ñauca que tenía mi mamá, y me sorprendí al ver que tenía acceso USB para poder conectar el celular. Puse la hueá a todo volumen, no me importaba que despertaran los vecinos. A ellos no más les gustaba poner la música a too chancho, pero esa era la venganza de Lidia Cruz invertía.Sabía que pronto iban a empezar a llamarme mis familiares, y estaba nerviosa porque no sabía qué decirles. Más encima había cerrado mi Facebook, así que los hueones me iban a llamar, si es que se acordaban de mi cumple.
Tenía la música a too chancho para no escuchar la sonajera de mi guata po hueón, pero la hueá igual se escuchaba. Tenía más hambre que la chucha y no había nadie que me alimentara.
Mientras pensaba en la comida, escuché a lo lejos el timbre de mi casa, seguido de unos golpes en la puerta. Yo andaba toa indecente con pijama, pero tenía que abrir la puerta igual porque ya habían cachado que había alguien en la casa por la múscia.Sapié por la ventana quién era, le bajé a la radio y después salí a abrir con una sonrisa.
-Hueona, ¡feliz cumpleaños! Que sea un excelente año pa vo, wacha. Al fin no soy la más vieja del grupo, hueón. Ya, eso. Tú sabí que te amo-me pasó un regalo y me abrazó.
-Nacha culiá, grax-le devolví el abrazo y la dejé pasar.
No había cachado que traía más hueás, hasta que dejó una bolsa en la mesa.
-Abre el regalo po-me presionó.
-No me digai que es un cojín.
-No hueón, qué penca. Es una hueá que te va a encantar.