XVIII

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(Alonso)

Odio los jueves y viernes porque tenemos biología. Odio esa materia de mierda. Lo único bueno es que perderemos clases gracias a los ensayos del baile, y mañana viernes gracias a la gala folclórica.

Cuando llegué a clases no había nadie, fui el único que hueón que llegó temprano, aunque faltaban siete minutos para que empezaran las clases.

Necesitaba que llegara la Nacha para que me aconsejara, porque ayer cuando fui a dejar a la Lidia a su casa no pasó nada de nada. Es muy difícil comérsela. Como que ella me evita. Le tiro una indirecta y cambia de tema. ¿Por qué hace eso?

Cuando la Nacha llegó sentí alivio. Por un minuto creí que no vendría la floja culiá.

-Al fin llegaste-comenté.

-¿Vo creí que es muy fácil tener que vestirte con panties y sostenes? ¿Tener que maquillarte? ¿Peinarte? ¿Tomar desayuno? No alcanzo a hacer todo eso en media hora-me dijo dejando sus hueás en el puesto que está atrás mío.

-Levántate más temprano entonces.

-¿Y a ti qué te importa a qué hora me levanto?

-Tení razón, no me importa.

-Cállate, niño símbolo-se sentó al fin.

-Ayer no pasó nada con la Lidia y yo. Necesito que me ayudí.

-Eh... tengo que decirte una hueá...

-Es que no entiendo por qué cambia de tema cada vez que le tiro una indirecta-la interrumpí.

-Por eso tengo que ...

-¡Hola! -Dijo la Lidia sentándose al lado de su amiga.

-Hola-la saludé con una sonrisa que se me escapó.

-Wena-la saludó la Nacha.

-¡Buenos días, niños! -Saludó la profe-. ¡Prueba sorpresa!

Conchetumare. Cagué. Me sacaré un dos.

**

Íbamos caminando por el pasillo en el recreo, cuando me acordé de que la Nacha tenía algo que decirme.

-Oye, Nacha, ¿qué teníai que decirme? -Pregunté interrumpiendo su conversación con la Lidia sobre de qué color se pintarían las uñas mañana.

-Eh... sobre... si te compraron el traje.

-Ah, sí, o sea hoy día lo tengo que ir a buscar.

-Ah.

-¿Pueden creer que el Fede se aprendió el baile entero el lunes? -Nos preguntó la Lidia-. Es seco, hueón.

Bien seco debe ser, no como yo, que tengo litros y litros de leche.

-Es que igual él debió aprender la coreografía el año pasado po-comentó la Nacha.

-No. Él me dijo que bailaron cumbia solamente.

-Entonces es buen bailarín, eso explicaría su poto-dijo la Nacha riéndose.

La Lidia igual se empezó a reír.

Yo, por mi lado, no le encontraba la hueá chistosa.

-¡Ayer hablé con el Bruno! -Dijo la Nacha alegremente.

-¿Quién mierda es el Bruno? -pregunté.

-Es el pololo de su vecina-me respondió la Lidia-, el que le gusta.

Y tú erí la que me gusta, Lidia.

-Ah. ¿Y qué hablaron? -pregunté nuevamente.

-Eh... nada, puras hueás no más po. Lo de siempre-respondió la Nacha.

Enamorá de un ahueonaoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora