(Lidia)
Desperté a las siete de la mañana. Quería matar a mi celular cuando sonó la alarma de mierda. Minutos después, mi mamá entró a mi pieza y me empezó a apurar.
-Oye, si ya desperté, oh-le dije enojá.
-Levántate entonces po-me respondió.
¡Odio los martes!
-¡No quiero ir! -me puse la almohada en la cabeza. Pero la cabeza que tiene pelos, o sea, la que tiene cerebro, ¿ya? No piensen mal cuchesumares.
-Yo tampoco quiero ir a trabajar, pero tengo que ir igual po-me dijo alejándose al baño.
-Amargá-susurré, pero por suerte, no me escuchó.
Me levanté con los ojos cerrados y caminé hacia el baño, pero mi mamá lo estaba ocupando, aunque tenía la puerta media abierta. La golpeé para que se apurara. Me apura para que despierte y más encima ocupa el baño. Ná que ver.
-Ya po-golpeé la puerta nuevamente para que saliera luego.
-¡A ver! Bájame el tonito-me retó cuando iba saliendo del baño.
-¡Al fin! -exclamé y entré.
Primero que todo, hice pichí, con los ojos cerrados porque tenía paja, ¿ya? Y después tuve que abrirlos para limpiarme la zorra, y abrir la llave, lavarme las manos, y sacar el cepillo de dientes, y echarle pasta de dientes al cepillo. Y después, cerré los ojos de nuevo y me cepillé los dientes culiaos. Después me lavé la cara y me peiné. Me peiné solamente porque tenía el pelo muy enredado, o si no, no me hubiese peinado ni cagando.
Volví a mi pieza y pensé en bañarme, pero tenía una paja extrema, y como me había bañado ayer, decidí no bañarme hoy. Me puse el uniforme con toda la paja del mundo y volví al baño para encresparme las pestañas, ponerme rímel y echarme un brillito en los labios.
Bajé y tomé un vaso de leche no más, porque me daba paja masticar. Y me quedé sentada en la mesa con los ojos cerrados esperando a mi mamá.
-Abre los ojos, cabra culiá pajera. Eso te pasa por quedarte en esa cagá de celular hasta tan tarde-me retó mi mamá.
-Agh, déjame en paz.
-No, si nada de "déjame en paz". Ya, ándate al auto.
-¿Y la abuela?
-Salió po. Vo estai en la edad del pavo, cabra culiá, no te acordai de nada de lo que te decimos-me retó de nuevo.
-Le dai color. Tengo paja no más.
-Todos los días tení paja tú-me cagó.
Entré al auto, pero no como copiloto, sino que me senté atrás, o sea, más bien me acosté atrás, en los tres asientos.
-Por dios, no-comentó mi mamá al verme acostá.
No podía dejar de bostezar y me lagrimeaban todos los ojos más encima.
-Hoy día te vai a acostar temprano, ¿me escuchaste? -me dijo mi mamá cuando bostecé por milésima vez.
El auto se detuvo de repente.
-¿Llegamos? -pregunté extrañada.
-Sí po.
-¡Tshoa! ¿Tan luego? -me incorporé en el asiento y comprobé que efectivamente estábamos en el colegio.
Mi mamá negó con la cabeza.
-Ya, chao-le di un beso-.Y maneja con cuidao. Manejai terrible rápido.