XXVII

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(Federico)

Después de tomar desayuno estaba en el computador haciendo nada, cuando recordé la conversación entre la directora y yo sobre mi papá. Si él no llamaba, iba a llamarlo yo.

Tomé mi celular y marqué su número.

Al tercer tono contestó.

-¿Aló? -respondió el.

-¿Tú no te acordai de que tení familia? -fue lo primero que le dije.

-¿Federico?

-Ah, ¿ya se te olvidó que tení un hijo?

-Federico, hijo, he estado lleno de pega, por eso no he podido llamar.

-¿No tení ni siquiera cinco minutos libres para llamar a tu familia? Erí mentiroso, viejo-le grité.

-Federico, perdona en serio, yo...

-Se murió la abuela y tú ni siquiera estabai acá para consolarnos-lo interrumpí.

-¿Qué?

-Eso po. Más encima no estai aquí tampoco cuando me citan el apoderado en el colegio.

-El trabajo no mw...

-'¿El trabajo es más importante que tu familia? -lo interrumpí nuevamente-. ¿Acaso creí que mandando plata se arregla todo? Nos tení botados.

-Fede, perdóname.

-Nunca te voy a perdonar, viejo. Tú estai muerto para mí.

Corté la llama al instante de haber dicho eso.

Me quité un peso de encima. Hace tiempo tenía ganas de decirle todo eso a mi viejo.

**

-¿Terminaste de ordenar tu pieza?

-Sí, mamá. Cacha cómo quedó. ¡Soplá!

Mi mamá miró mi pieza en 360° y luego me sonrió.

-Te felicito.

Era primera vez que ordenaba mi pieza en serio, sin meter las hueás debajo de la cama. Desde la muerte de mi abuelita había ayudado a mi mamá en todo lo que podía, ya que el maricón de mi papá seguía en el extranjero sin ni siquiera llamar para saber cómo estábamos.

-Gracias. La ordené solo por ti, mamá.

-Lo sé. Gracias. Eres el mejor hijo que he tenido en la vida.

-Porque soy el único po.

-Ya. Oye, van a venir tus primos.

Pausé el play y me senté en la cama.

-¿Por qué? Qué paja.

-Van a venir a tomar oncesita, así que necesito que vayai al súper.

Me tiré para atrás y quedé acostado.

-¿Ahora? -pregunté tapándome la cara.

-Sí.

-¿Al toque?

-Sí.

Me pasé las manos por la cara y me estiré.

-Ya, dame la plata.

-Bajemos.

-Oye, voy pero si me dai plata para comprarme condones.

Mi mamá se dio vuelta a mirarme abriendo las medias pepas.

-¿Qué?

Me empecé a reír como hueón.

-Era broma oh-seguí riéndome-, cuando compre condones no te voy a avisar.

Enamorá de un ahueonaoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora