XXXVIII

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Mi mamá estaba golpeando mi puerta para que despertara cuando me di cuenta de que era lunes. Tenía cero ganas de ir al colegio, ¿y si hacía la cimarra? Después recordé que iban a hacer un repaso para la prueba de matemática, así que tenía que ir obligá para no sacarme un rojo.

-¡Ya desperté! -le grité para que dejara de golpear mi puerta.

Ayer ni siquiera había ordenado la mochila.
Me metí al baño ignorando completamente a mi mamá. Cuando estuve lista, ordené mi mochila toa apurá.

-¿Vai a tomar desayuno? -me preguntó mi mamá con un tono resentido en su voz.

Agarré un plátano de los que habíamos comprado en la feria, porque si comía naranja iba a quedar hedionda. Ese iba a ser mi desayuno, un plátano. Lo abrí, le di un mordisco y salí de la casa sin despedirme de mi mamá.
Hoy día en la noche al fin llegaría mi abuela.

Recé para no encontrarme al Alonso en el paradero, y por suerte, Dios escuchó mis súplicas.

Cuando llegué al colegio, me encontré a la Nacha en la entrada.

-¡Wena Lidia Cruz invertida! -me saludó ella.

-¡Wena Na-china!

-Tengo que contarte algo-dijimos al unísono.

Ambas nos reímos.

-¿De qué se trata? -le pregunté a la Nacha.

-No te puedo contar acá. Vamos a dejar las mochilas y pasamos al baño.

-Dale.

Entramos a la sala y no había nadie.

-¿Dónde andabai ayer? -le pregunté.

-Donde mi tía hueón, otra vez.

-Ah, con razón po.

Nos fuimos rajás al baño y entramos al último.

-Tú primero-me dijo.

-Ya. Dos hueás. Uno: cuando llegué del carrete entré a mi casa y vi a mis papás abrazaos durmiendo en el sillón.

La Nacha se tapó la boca de impresión.

-Culiaron, es obvio-comentó.

-No sé, revisé los cojines y no había ninguna mancha sospechosa.

-La hicieron piola po.

-Mmm, demás. Y lo segundo: ayer fui a la feria con mi mamá y... adivina con quiénes nos encontramos.

-¿Con el Fede?

-No, con el Alonso, la Sofi y la tía.

Justo en ese instante tocaron la campana.

-¿Con quién nos toca? -me preguntó la Nachina.

-Con el viejo pedófilo.

-Puta la hueá. Nos va a retar si llegamos atrasás.

-Sí, hueón. Después seguimos copuchando.

Nos miramos al espejo antes de salir del baño.
¿Cómo iba a enfrentar al Alonso después de lo de ayer? Ojalá faltara el culiao.

Entramos a la sala y estaban todos parados saludando al profe, así que nos fuimos a nuestros puestos rápidamente.
Afortunadamente, la compás no había ido. Lamentablemente, el Alonso sí había ido. A la Nacha le dio un beso en la mejilla y a mí me miró con resentimiento. Era demasiao incómodo que se sentara adelante mío, así que me senté en la orilla y la Nacha al rincón.

Luego de saludar, sacamos nuestros cuadernos y la Nacha sacó un pedazo de hoja, escribió algo y me la pasó.

-Seguí peleada con el Alonso? -me preguntó en el papel.

Enamorá de un ahueonaoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora