Capítulo 1

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—¿De quién huyes, Anette? ¿De mí?

—Dan...

Sí, no, no lo sé... Solo sé que estos días he estado huyendo de mi propia realidad. He intentado hacer de todo para mantenerme pensando en otras cosas, para mantenerme distraída y dentro de esos planes no estaba verlo otra vez, eso es cierto. Sutilmente me solté de su agarre y me giré sobre mis talones para mirarlo a los ojos, hace meses que no lo veía. Una vez que nos miramos, sentí cómo el corazón volvió a latirme con normalidad, de alguna forma verlo fue como regresar a un lugar seguro. Dan ni siquiera ha cambiado mucho, sigue usando el mismo corte de pelo, la misma ropa colorida con estampados extraños, la misma mirada con la que solía mirarme y esa sonrisa amplia, con la que siempre me recibía cuando nos veíamos.

—¿Qué haces aquí?

—¿Me crees si te digo que no sabía que mi mejor amigo está saliendo con Fernando?

—¿Fernando y tu mejor amigo? —Cuestiona, tan sorprendido como yo—. Vaya, ¿quién lo pensaría?

—Exacto. Así que... Hola, por cierto.

—Hola, ¿estás bien? —Dan puso momentáneamente su mano sobre mi hombro—. Luces como si hubieras visto a un fantasma.

—Sí, bastante bien, sí. Solo que no esperaba que... Tú sabes, Fer y Oliver, que estuviera tan cerca de tu círculo social otra vez...

Dan se negó con la cabeza, mofándose un poco de mi respuesta con una risa sutil.

—El mundo es demasiado pequeño y yo al menos no creo en las coincidencias.

—Lo sé, es raro, de todas las personas que pudo conocer Oliver en Tinder... —Respondo, en un tono de voz poco audible—. Pero bueno, estoy bien, sí, quizás necesito una...

—¿Anette?

Liz se ha acercado también, ¡Dios mío! No sé porque ahora me sentía aún más nerviosa que cuando se me acercó Dan. Tal vez tiene que ver que la última vez que estuve con ella no fui del todo amable. Recuerdo aún cómo fue que me fui del Starbucks en el que trabaja dejándole todo lo que Dan había comprado para mí por mi cumpleaños y lo injusta que —quizás— me porté con ella.

—Hola, yo ahmm... Voy por algo de beber, que Daniel te explique.

Pasé en medio de ambos y caminé hacia la pequeña cocina, en dónde todos entraban por cerveza. Un pellizco en el abdomen fue lo que hizo que me sobresaltara, Oliver se burló por mi reacción y fue entonces que me quitó la botella ámbar de cerveza para destaparla por mí, tomando una para él también, cuestionando un:

—¿Ya lo viste?

—Me trajiste al matadero.

—Exagerada. Toma un poco y relájate, esta puede ser tu oportunidad para cerrar el ciclo bien con él, para que el pobre ya deje de escribirte tantos correos...

Bebí un poco de cerveza, mirando a mi mejor amigo después.

—¿Acaso nunca te dijo algo de sus amigos? Él siempre anda con Liz en La Puri los sábados.

—Realmente no hablamos mucho de nuestros amigos, de hecho ni siquiera le había contado de ti, quizás si por ahí hubiera empezado puede que lo hayamos sabido antes. Pero tranquila, tú diviértete, si quieres vente conmigo.

—Eso haré.

Me abracé de su brazo y caminamos juntos hacia la pequeña sala. No había lugar para sentarnos y no nos quedó de otra más que quedarnos junto a la ventana bebiendo un poco, intentando mantener una conversación que me tuviera distraída a pesar de que no podía evitar voltear de vez en cuando hacia donde estaba Dan con Liz y otros amigos, ¿en qué momento me iba a imaginar que algún día iba a estar en el mismo lugar que ellos sintiéndome como una total desconocida?

Solo te quiero para que juegues conmigo [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora