Capítulo 27

119 27 2
                                    

Desperté con una sonrisa en el rostro, recordando todo lo que pasó anoche, los besos interminables... Todos los que nos dimos en el bar, en el estacionamiento y en mi auto durante los altos. Parecía que tenía todos esos recuerdos en replay, ¡y es que sigo soñando con esos besos! ¿En qué momento me hice tan adicta a sus labios? Solo quería volver a repetirlo, una y otra vez.

Daniel Morán: Buenos días, Ann. ¿Puedo llamarte?

Anette Ibarra: Claro.

Apenas le di el sí mi celular comenzó a vibrar, contesté la llamada, saludando con cierta emoción.

—¿Y cómo estás?

—Con un poco de sueño, apenas si dormí anoche.

—¿Qué te quitó el sueño? —Pregunto curiosa.

—Lo que pasó anoche, no he dejado de pensar en eso.

—Yo tampoco he podido dejar de pensar en lo que pasó.

—¿Te arrepientes?

¿Cómo se atrevía a preguntar eso? ¿En verdad creía que existía dentro de mí aunque sea una pizca de arrepentimiento? ¡Por supuesto que no!

—Yo tampoco me arrepiento Anette. Es solo que, he estado pensando demasiado en qué debo hacer. —Me dice—. No sé si debo dejar pasar esto y recordarlo como una buena noche, no sé si debo continuar conociendo a Moni y eventualmente tener una relación con ella o no sé si debo arriesgarme a volver a ti, aun sabiendo que existe la posibilidad de que vuelvas a lastimarme.

—No voy a lastimarte, no lo haré. Si me das una oportunidad, una última oportunidad, te juro que lo último que haría sería lastimarte. Dan, anoche me hiciste sentir tantas cosas... Estoy segura de que quiero estar contigo, lo quiero. Por favor, lo que tú y yo tenemos es único.

—Lo sé, pero no voy a permitirme llorarte otra vez Anette. Tengo a Moni esperando por una oportunidad y yo...

—¿Quieres estar conmigo Dan? —Interrumpo.

—Sí.

—¿Entonces qué más tienes que pensar?  

—¿Entonces qué más tienes que pensar?  

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Bajé a desayunar con el mejor humor del mundo, mi padre nos ha hecho hot cakes y todo parecía tan calmado en la mesa, mamá sirviendo el jugo de naranja y Frida terminando de poner los manteles personales. ¡Qué hermoso día es hoy! ¿Por qué se sentirá tan diferente? ¡Oh, creo que conozco la respuesta!

—Buenos días familia, ¿en qué les ayudo?

—¿Qué mosco te picó? Tú nunca ayudas con nada. —Recrimina Frida.

—Estoy feliz, muy feliz, nada más. Pa, ¿te ayudo?

—No, está bien Anette.

Me senté en la mesa justo a un lado de Frida, mi mamá puso la miel de maple en frente de mí y mi padre ya ha puesto una pila de hot cakes en medio para que cada quién tomara los que quisiera.

Solo te quiero para que juegues conmigo [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora