Capítulo 39

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Entré a mi casa con cierta cautela. Frida está en la sala con las luces apagadas mirando algo en Netflix y yo he aprovechado lo entretenida que está para subir rápidamente a mi habitación para cambiarme la ropa. Me puse la pijama y me agarré el cabello en una coleta de caballo después de haberme lavado la cara, para quitarme el poco maquillaje que quedaba en mis ojos. Me negué con la cabeza al mirarme al espejo, la cruda moral me está pegando. Dan me dejó por Matías ayer y hoy decidí coger con la razón de mi ruptura. Me sentía una mierda de persona.

Me eché más agua fría en la cara, mojé mis brazos y consideré seriamente bañarme para quitarme por completo el olor de Matías, su loción se ha quedado en mi piel y eso solo hacía que me sintiera más culpable. Cerré la llave de la regadera, si me bañaba ahorita Frida iba a hacer preguntas y no quería lidiar con ellas. Regresé a mi habitación y me bañé en perfume para apaciguar el olor de mi ex. Tenía que calmar mis nervios antes de volver a bajar a la sala para estar con mi hermana.

—¡Boo!

—¡Ay tonta! Me asustaste. —Comenta, golpeando mi hombro.

—¿Qué ves?

Soltera codiciada, está buena.

—¿Dejaste pizza? Tengo hambre.

—En la cocina. ¿A dónde fuiste, eh? Te tardaste un montón.

Caminé hacia la cocina ignorando su pregunta, no le iba a decir que estuve con Matías escuchándolo quejarse de la chica por la que me dejó y que después se me ocurrió la brillante idea de darle un ride a Matt porque vivimos relativamente cerca y que mientras platicábamos en el auto recordamos esos viejos tiempos en los que nuestras salidas terminaban en buen sexo y entonces decidimos revivir por una noche el final de las salidas que tuvimos en el verano. ¡Dios mío! ¡Qué débil fui! ¿Cómo pude ceder tan fácilmente?

Incluso cerré con fuerza la compuerta del horno de microondas cuando metí la rebanada de pizza hawaiana, ¡pero qué culpa tiene el electrodoméstico de que pensé con la vagina en vez de pensar con la cabeza! Nunca me había sentido tan arrepentida como esta noche. ¡Nunca! Y entonces miré el reloj que colgaba en la pared, ¡tenía que guardar el celular de Frida ya! Mis padres en cualquier momento podrían llegar.

—Dame el teléfono. —Le pido, extendiendo la mano.

—¿Por?

—Mis papás ya deben venir en camino, tenemos que guardarlo para no levantar sospechas.

—Ashhh... Está bien. —Frida lo tomó para apagarlo y con una mueca de desapruebo me lo entregó—. A ver hasta cuando me lo vuelven a dar.

—Solo no vuelvas a tomar decisiones tan tontas aunque eso es imposible dada la edad que tienes.

Subí de nuevo, entré a la habitación de mis padres y dejé el celular en donde lo encontramos más temprano, después, regresé la llave a su lugar y cerré la puerta, aparentando que nada ha sucedido en esta casa. Ni yo me fui toda la tarde y abandoné a mi hermana gran parte de la noche por irme a coger, ni Frida se la pasó usando el celular todo el tiempo que mis papás estuvieron fuera. Sin embargo, sabía que mi hermana no iba a dejar que continuara fingiendo que nada ha pasado. Ahora que no tiene fuente de entretenimiento, se ha sentado frente a mí y me ha comenzado a interrogar, justo antes de que pudiera darle la primera mordida a la rebanada de pizza.

—¿En dónde estuviste? Que ese cuento de que te fuiste a estudiar yo no te lo creo, tan solo ve la hora en la que llegaste.

—Te lo juro que así fue.

—Ajá, a mí se me hace que te fuiste a coger con Dan.

Mordí un trozo de pizza, Frida tenía razón, he llegado tarde por ir a coger pero con alguien más que no es Dan.

Solo te quiero para que juegues conmigo [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora