Capítulo 6

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Apenas si dormí anoche. Ingrid concilió el sueño poco después de las cinco de la mañana pero yo me quedé despierta un poco más de tiempo. Quizás el alcohol, o la hora, o un conjunto de todo lo que pasó hoy todavía me mantenía despierta con el celular en la mano y con el brillo al mímino.

Sabía que ese masoquismo mío eventualmente iba a hacerme añicos. Sé que solo yo tengo el poder de dejar de hacerlo, pero hasta cierto punto, stalkear sus redes sociales se ha vuelto adictivo, lo hacía por las mañanas, después de comer y en las noches, usualmente para lastimarme yo sola con lo que publicaba Matías. Él se la pasaba subiendo fotos con ella, presumiéndola en su Instagram, como esa última foto que publicó de ambos utilizado pulseras similares, jurándose un «por siempre» demasiado público. Y luego ella lo etiquetó en Facebook, Fátima no podía dejar de agradecerle por llevarla a ver ese documental de Coldplay al cine... ¡Eww, Coldplay! Ahora me gustan aún menos.

Y es que, ¿cómo era posible que todo entre ellos estuviera avanzando así de rápido? La semana pasada en la sesión que tuve con Gustavo, mi psicólogo, me habló de las relaciones de rebote y cómo los hombres suelen superar una ruptura. La mayoría de ellos evitan el duelo y brincan de inmediato a otra relación por comodidad, así que quería convencerme de que Fátima es el rebote de Matías, nada más que eso. No hay manera de que se haya olvidado tan rápido de lo que vivimos en el verano, yo quería convencerme de eso.

Supongo que una parte de mí todavía se niega a verlo perdido, quizás la negación deriva de la velocidad con la que con la que sucedió todo y por la ingenuidad que tuve al creer que él me amaba de la misma manera. Hay días en los que me siento muy triste y no puedo dejar de escuchar The one that got away de Katy Perry mientras lloro en demasía, deseando que este duelo por haberlo perdido pare ya. Hay otros en los que me siento muy enojada, conmigo y con Matías por haberme olvidado tan fácil.

—Tienes que hacerlo por ti Anette, por ti.

Quizás la melancolía de la noche me hizo aterrizar por primera vez en la etapa de la aceptación. Miré unos cuantos segundos más el botón del «siguiendo» en el perfil de Instagram de Matías, pero mi dedo fue más valiente picando fugazmente en el «dejar de seguir». Ya no podía continuar mirando todo lo que publicaba de ella, tenía que poner mi estabilidad emocional primero. 

Me fui de la casa de Ingrid poco después de las dos de la tarde

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Me fui de la casa de Ingrid poco después de las dos de la tarde. Sin embargo, las posibilidades de regresar a mi casa eran nulas, puesto que desde hace un rato ya decidí desviar el camino. Conduje hacia un lugar en particular, uno en dónde sabía que podría encontrar un poco de paz, un conjunto de edificios en Copilco en donde se encontraba el apartamento 1212.

Con sumo nerviosismo estacioné el auto en el lugar de siempre y me miré en el espejo de vanidad antes de bajar, aún tenía el cabello mojado porque recién me he bañado y llevo encima unas ojeras impresionantes dado que no pude dormir bien anoche. Bajé del auto y tomé dirección hacia el edificio, hacia ese elevador viejo que siempre me ha dado miedo y presioné el botón para que me llevara hasta su piso. Una vez ahí, caminé con cierto temor hacia el departamento y toqué dos veces, esperando que alguien estuviera allí dentro.

Solo te quiero para que juegues conmigo [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora