Capítulo 46

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Hace mucho que no me vestía bonito ni me maquillaba así para tener una cita. Estaba nerviosa, muy nerviosa de hecho, porque ni siquiera sabía si en verdad iba a llegar o si me iba a quedar «vestida y alborotada», como decía mi abuelita.

Me senté en la orilla de mi cama y entonces levanté de nuevo la tapa de mi computadora, ahí seguía el formulario que descargué de la página de la universidad, solo era cuestión de mandarlo a imprimir para que lo llenara. He pensado ya en las tres opciones que me pedían, Madrid encabezaba la lista pero todavía no estaba segura, todavía no sé si voy a ser capaz de llevar todos los documentos que vi en el flyer que me compartió André.

Miré la hora en la esquina superior derecha de la computadora, son las 6:07 p.m., ¿será que debo dejar de esperar por él? ¿Será que el dicho de mi abuela se va a hacer realidad? Bajé la tapa de la computadora y entonces me recosté en mi cama, mirando hacia el techo. ¿En verdad quiero regresar con Matías? ¿O solo es que estoy encaprichada con él por ser tan inalcanzable? Mi celular vibró, inmediatamente lo tomé y miré el mensaje que apareció en mi pantalla.

Matías Licea: Ya estoy aquí.

Abandoné mi cama, salí de mi habitación y apenas si pasé a avisarle a mamá que iba a salir, sin dejar que me cuestionara a dónde y con quién iba. Bajé por la escalera y recogí rápidamente mis llaves, salí de la casa y me quedé un momento en el patio, intentando no parecer desesperada, intentando recobrar un poco el aliento después de haber salido de mi habitación casi corriendo. Abrí la puerta del portón y caminé unos cuantos pasos hasta el auto de Matías, abrí la puerta del Suzuki negro y una vez arriba me abroché el cinturón de seguridad. Él se acercó a mi rostro y me besó la mejilla, ¿quién dará el primer paso hoy?

—Te ves muy bonita.

—Gracias, tú también te ves bien. ¿Cambiaste tu perfume?

—Sí, desde hace unos meses. —Me dice, poniendo en marcha el auto—. Fue un regalo pero siento que me acomodó bastante, ¿no?

—Sí, huele bien.

No quería indagar más sobre ese perfume ni quería saber quién se regaló, así como pudo haber sido su mamá quien se lo dio, también existía la posibilidad de que Fátima se lo haya regalado.

—Pensé por un momento que no ibas a venir.

—¿Por qué?

—Porque ya me has dejado plantada. —Le digo, mientras me miro las uñas, se me ha caído un poco de esmalte en el dedo índice—. Aún no te perdono lo que me hiciste con el debut de Greta en el Lago de los Cisnes.

—¿Algún día me perdonarás?

—No lo sé, depende de qué hagas para redimirte conmigo.

Él solo soltó una risita y después subió el volumen de la música, hoy ha decidido escuchar a Luis Miguel. Solo lo escuchaba cantar la canción «Y», pero no hemos hablado del verdadero motivo por el cual estamos saliendo hoy. ¿A dónde me va a llevar? ¿Será que me llevará a una bonita terraza? Sé que en algún momento se encargó de hacer algo súper romántico para ella en una terraza, ¿qué me preparó a mí? ¿O a un glamping en el Ajusco? Porque justo ha tomado periférico en dirección hacia allá. ¿O será que reservó una mesa en algún restaurante pretencioso de San Ángel? Con lo mucho que ama ese tipo de lugares, no me sorprendería.

Todas esas ideas que me hice durante el camino se quedaron solamente en mi cabeza. No reservó en ningún restaurante, ni me preparó una sorpresa en alguna terraza y mucho menos me llevó a un glamping. Y digo, no es como que no me guste comer en The Cheesecake Factory pero, de todos los lugares que hay en la ciudad, ¿por qué un restaurante de cadena en una plaza? Sabía lo que es capaz de hacer estando enamorado, me lo ha contado Tristán y lo he visto en redes sociales. Creo que tenía las expectativas sobre lo que iba a pasar hoy demasiado altas.

Solo te quiero para que juegues conmigo [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora