Capítulo 32

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Lo he pensado toda la mañana, todo lo que platiqué con Oliver anoche. Él insistía en que probablemente mi cita de hoy en el departamento con Dan solo iba a servir para consumar lo que no pudo pasar en mi auto la semana pasada y puede que tenga razón. Quizás hoy es el día. Todo pintaba para que una vez que pusiera un pie dentro de ese apartamento me olvidara de todo el caos que hay afuera y no sabía si en verdad iba a terminar en sexo, pero mi tardanza en elegir ropa interior quizás era una señal.

Y es que pasé varios minutos frente al cajón, ¿me pongo algo coordinado? ¿O me pongo un bra negro junto con un cachetero de otro color para que no se vea muy obvio? ¿O uso aquellos de encaje azul marino que se me ven preciosos? ¡Dios mío! Dan no mencionó nada sobre terminar lo que iniciamos en mi auto, pero vamos a estar solos.

—Hola, ¿listo para una dosis de mí por muchísimas horas?

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—Hola, ¿listo para una dosis de mí por muchísimas horas?

—Hola, la pregunta ofende, si ya conoces la respuesta. —Saluda de regreso dándome un beso de pico en los labios, haciéndose a un lado para dejarme pasar—. Fui hace rato a Olive Garden por comida, con lo mucho que sé que te gusta.

—Muchas gracias, ahmm... Le dije a mi mamá que me voy a quedar con Ingrid hoy, aprovechando que Melisa y Héctor se fueron, pensé que...

—Perfecto.

—Bien.

Ambos sabíamos que estaba aquí para mantenerme distraída de todo lo que ha pasado en las últimas dos semanas. Incluso me he dado cuenta de que Dan ha puesto de su parte para hacer de la tarde algo entretenido, vi que sacó el Scrabble y también el ajedrez. Me senté en el sofá, en realidad hoy no tenía ganas de jugar ajedrez a su estilo pero si tenía ganas de un chorrito de tequila, así que tomé la botella y me serví en el pequeño vaso, haciendo desaparecer el líquido rápidamente.

—¿Quieres jugar? ¿O quieres ver una película? ¿O quieres comer? ¿Qué quieres hacer?

Lo miré, hacia arriba. En realidad no sabía qué hacer, solo me mordí sutilmente el labio, estamos completamente solos en el departamento, ¿por qué no ha propuesto que vayamos a su habitación? Ambos sabemos que tenemos un encuentro pendiente en su cama. Sin embargo, al no hacer la pregunta, decidí decirle que sí, que estaba bien que comiéramos lo que compró. Así que me ofreció su mano para ayudarme a levantarme del sofá y caminamos hacia el pequeño comedor de cuatro lugares, ambos insistíamos en fingir que realmente estamos interesados en lo que ha comprado de Olive Garden.

—¡Ahh no lo olvidaste! Sabes lo mucho que me gusta el pan toscano.

—En especial la fonduta di mozzarella de Olive Garden. —Comenta, con un gracioso acento italiano.

—Hay mucha pasta.

—Y vino, compré vino. ¿Quieres?

—Sí, ¿por qué no?

Solo te quiero para que juegues conmigo [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora