Capítulo 20

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Ver a Matías en el concierto fue como un retroceso a todo el avance que llevaba con el proceso de olvidarlo. No pude dejar de pensar en lo que sucedió, en lo que dijimos, en el abrazo del final... Además, tener la prueba en vídeo de que estuve con él no me ayudaba del todo. Durante tres días me la pasé mirando el vídeo, las luces durante One point perspective y después en cuadro salía él, con esa sonrisa que me encantaba. Era verdad que esperaba que después del concierto retomáramos la comunicación, Fátima ya no está en medio ahora, ¿por qué no me buscó después del concierto? ¿No le moví nada? ¿No sintió nada con ese abrazo del final?

Mis preguntas no iban a tener respuesta, la esperanza se mantuvo ahí durante una semana hasta que Gustavo en una sesión de terapia me hizo darme cuenta de que lo de Matías fue cosa de una sola noche, como debió haber sido en aquel verano.

Por supuesto que días continuaron con su curso, un concierto y un reencuentro con él no detuvieron mi vida. Y quizás mantenerme ocupada en el laboratorio, con mis tareas y actividades extracurriculares realmente me ayudaba a no pensar tanto en lo que sucedió. Pero cuando llegaba la noche, en la soledad de mi habitación, todo se venía abajo de nuevo. Y es que desde aquel día algo es seguro: no soporto escuchar 505 sin soltarme a llorar. El anclaje emocional que se creó en ese concierto me iba a seguir un buen rato, ¡maldita sea la hora en la que pasé esas dos horas con él!

 El anclaje emocional que se creó en ese concierto me iba a seguir un buen rato, ¡maldita sea la hora en la que pasé esas dos horas con él!

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He estado buscando mil formas de sacarme lo que pasó en el concierto de la cabeza. La universidad funciona por las mañanas, y por las tardes, el ejercicio está haciendo su trabajo. Me pongo los audífonos y me olvido de que el mundo está girando, solo somos mi música y el ejercicio, un momento de paz, un momento muy mío.

Y mientras terminaba de correr en la caminadora, vi a Ingrid mover los labios. Creo que me está hablando, me agarré de las agarraderas y entonces bajé la velocidad a 3.2, quitándome uno de los audífonos para escuchar qué quería decirme mi mejor amiga.

—¿Viste que KMF va a venir a México en octubre? —Pregunta Ingrid, mientras se limpiaba el sudor de su rostro con su pequeña toalla.

—Sí, apenas lo vi en Facebook.

—¿Y vas a ir? —Cuestiona, bajando la velocidad.

—No. No podría ir sola.

—Si quieres te acompaño, sé lo mucho que te gustan.

Bajé de la elíptica después de limpiar las agarraderas con una toallita húmeda, mirando a mi mejor amiga apagar la suya.

—No es por eso, es por Dan. Es nuestra banda, no podría ir sin él.

Caminamos juntas hacia los vestidores, habíamos terminado ya con la rutina de hoy y era hora de volver a casa, aún tenía un montón de pendientes más por hacer.

—Tengo que contarte algo. —Me dice, cerrando la compuerta de su locker.

—¿Por qué ese tono de voz?

Solo te quiero para que juegues conmigo [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora