thirty-seventh.

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dos días después.

Eran las seis de la mañana, me encontraba listo para salir rumbo al hospital a recoger a mi chica. Lauren me había alistado un bolso con ropa para llevarle a Lya.

- Vienen conmigo, chicos? - pregunte a mis amigos y a la madre de Lya.

- Nos quedaremos a organizar la fiesta de bienvenida a Lya - respondió Sophie.

Salí de casa, mi papá me estaba esperando afuera para ir al hospital. Lo salude y subimos al auto. El conduciría.

- Ansioso hijo? - preguntó.

- Es la mejor chica que conocí en mi vida padre, me niego a perderla -sonreía.

Mi padre giró a verme con una sonrisa de oreja a oreja, podía notar en el la cara de felicidad y orgullo que le hacía estar conmigo, a mi también me provocaba lo mismo.

De tanto hablar el camino se me hizo corto, llegamos al hospital super rápido, tome el bolso y me bajé, mi padre fue a estacionar el auto.

Al entrar me anuncie y firme todos los papeles correspondientes para la salida de Lya. También termine el pago de operaciones y medicamentos del hospital.

Luego de todo esto, subí corriendo a la habitación para ver a mi chica. Ahí estaba ella sentada observando los girasoles que le había llevado días atrás.

Se veía hermosa, cabe recalcar.

Toque la puerta de la habitación y la reacción de ella al verme fue una sonrisa de felicidad.

Ya no tenia ninguna cable, ni ningún medicamento atado a su cuerpo, así que se levantó de la cama para abrazarme. Solté el bolso y la traje hacia mi, mi corazón latía como la primera vez cuando la vi.

Le di un beso en su frente y le entregue el bolso para que pudiera cambiarse. Ella se dirigió al baño, en el trayecto me envió un beso. La cara de ponque fue inevitable.

Luego de unos minutos ella salió, tenia un vestido suelto para que no lastimar la herida que aún se conservaba en su tórax. Ya estando lista ella se sostenía contra mi, ya que no podía hacer mucha fuerza pero si podía caminar voluntariamente.

Mi padre estaba en el primer piso, esperandonos junto a una silla de ruedas para que Lya reposara en casa.

Al verla la abrazo con cuidado y le demostró la alegría que le hacía que estuviera sana y salva.

- No me imagino como estuviera Milo si la historia hubiera tenido otro rumbo - dijo mi padre.

Lya lo miro y sonrió e inmediatamente giró a verme a mi.

Dirigí la silla de ruedas al auto, luego levanté a Lya con el mayor cuidado, colocandola en el puesto de atrás para que pudiera ir comoda.

Subí sus cosas y cerré la puerta. Mi padre se subió y encendió el auto.

Durante el camino me pase el tiempo mirando a Lya por el espejo, me hacía tan bien tenerla junto a mi, y quería cuidarla más y que nadie le hiciera daño.

En una de esas miradas ella me sonrió y me envió un beso, yo no pude contener emocionarme, todo era tan irreal.

Mi padre se desvió de la carretera para ir a comprar unas gaseosas para la bienvenida de Lya. Estaciono el auto y nos dejó a Lya y a mi en él.

- Te gustó o que? - dijo Lya.

- comencé a reír - No sé, quizás, acaso te dije lo hermosa que te ves con ese vestido??

- ella se observó - Lo sé, me veo jodidamenre hermosa - rió levemente.

No pude evitarlo más y voltee y le robe un beso, era como cuando la estaba conquistando.

Ella se apego más a mi continuando el beso, yo iba acariciando sus mejillas mientras ella hacia eso con mi cabello.

- cof.. cof...

Lastimosamente el beso fue interrumpido por mi padre, quien llegó tociendo falsamente.

Lya se apeno un poco pero comenzó a reír luego. Mi padre sólo reia de nosotros.

¿¿Podía pedirle algo más a la vida??

still here? - megloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora