Mi padre subió al auto y comenzó a conducir hacia casa, antes de que el subiera me pase al puesto de atrás para ir con Lya.
La recoste en mis piernas y ahí ella quedó. Iba acariciando su cabello suavemente hasta que se durmió, se durmió con mi mano entrelazada a la de ella.
Le di un besito en su frente, ya estaba seguro de que nada ni nadie nos iba a separar.
Llegamos a casa y todo estaba listo para su bienvenida. Mi padre bajo la silla de ruedas y yo comencé a levantar a Lya con el mejor cuidado. Ella se levantó desconcertada.
- Llegamos amor, de nuevo juntos, pase lo que pase - le sonreí, sacándola del auto y subiendola a la silla de ruedas.
- Te amo - me susurró.
Como siempre inevitablemente no pude evitar sonreír, la empuje hacia la puerta de casa, había una rampa en la entrada de casa y eso facilitaba muchísimo más el trabajo.
Mi padre tomó las llaves y abrió la puerta de casa, y un increíble ¡SORPRESA! se pudo escuchar de parte de todos los que se encontraban dentro de ella.
Las manito de Lya se dirigieron inmediatamente a su rostro con cara de asombro, me llamó y dijo.
- Prometeme que no dirás nada. - susurro.
-Te lo prometo - dije.
- Te juro que ya sabía de esto, pero solo supondre que no sabía nada y fingire, Milo no eres bueno para las sorpresas - empezó a reír.
Levante una ceja mirándola dudoso, ella se sonrojo un poco y seguía riendo, se me hizo tierno el momento, ella decís toda la verdad, las sorpresas no eran lo mío.
Entramos y Lya saludó a cada una de las personas que siempre estuvieron al pendiente de ella y vaya que eran muchas, pero, ¿cómo no? Si Lya es de esas personas que con solo hablar una vez se te queda para siempre en el corazón, y ¡oh! vaya que esa no es la excepción conmigo.
( ... )
Pasaron las horas y la risa de Lya contagiaba el lugar, hablaba sin fin y aportaba millones de cosas a las conversaciones, maldita sea no podía parar de verle, la veía más perfecta que nunca.
Ella me esbozaba pequeñas sonrisas cada que me miraba, joder, parecía cuando apenas la estaba conquistando, me dirigí hacia ella.
- Perdón chicas y chicos pero, me robo a esta señorita - dije a todos y sin pensarlo arrastre la silla de ruedas de Lya hacia la habitación.
Ella apretó mi mano.
La puse frente a la cama y me senté frente a ella, me quedé mirándole hasta que se sonrojo.
- Basta Milo, no más - dijo mientras restregaba su mano en mi rostro como un niño pintando por primera vez.
Para quitar su mano decidí morderla y ella frunció el sueño, se veía graciosa, me acerqué a ella y podía ver su nerviosismo cada que me acercaba poco a poco.
- Ya no más Milo - cerró sus ojitos.
Y de inmediato le robé un beso, me causaba gracia todo, por que parecíamos dos pequeños enamorándose a escondidas.
Me aleje de ella, pero fue imposible por que inmediatamente me tomo del cabello y me apegó a ella para que continuaramos un apasionado y sensual beso.
La silla de ruedas hacia todo más incomodo, así que con el mayor cuidado posible y sin separar nuestros labios la levante y la puse sobre mi, ella seguía acariciando mi cabello y dándome pequeños besitos que me hacían suspirar por más.
Joder, está chica me volvía loco, comencé a acariciar su espalda, con cuidado de no molestar las vendas que traía de su operación, ella jalaba mi cabello y hacia pequeñas mordidas en mi labio.
Estuve a punto de quitar su camisa, cuando ¡oh sorpresa! Se nos olvidó colocar seguro a la puerta, mi padre entró para llamarnos a comer.
- Creo que no es buen momento - dijo mi padre cerrando sus ojos y pegando pequeñas risas.
- Ya que padre, al igual ya vamos - Lya cada vez intentaba esconder su rostro entre mi playera.
Le di un pequeño besito y la sente en su silla de ruedas y salimos de la habitación.
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still here? - meglo
Hayran Kurgulya siempre estuvo segura, de que él, era su alma gemela ; segunda parte de help to me - meglo