RECORDATORIO: EL PORTENTO FUE CAMBIADO POR EL NOMBRE PRODIGIUM.
Flaqueado por dos guardias fui dirigido por un extenso pasillo en el piso veinte. Megan caminaba delante de nosotros con una relajación casi alarmante, incluso llegaba a desesperarme que estuviera de esa manera cuando para mí todo se derrumbaba y solo quería desaparecer del universo. El pasillo estaba totalmente vacío y solo estaba siendo alumbrado por unas líneas moradas que estaban en cada orilla por todo lo largo del pasillo. Finalmente, casi al final de este, nos detuvimos y Megan hizo un ademán a los guardias. Me sorprendió que me soltaran y aún más que se fueran.
-Sé lo que estás pensando –dijo- ¿Por qué arriesgarme tanto a que me ataques si no hay guardias alrededor?
Me mantuve inexpresivo, sin embargo, dentro de mí albergaba un sentimiento bastante peligroso; la curiosidad.
-Quiero dejarte bien en claro, Christian Myers, que tengo poder sobre ti, incluso más de lo que tengo sobre los demás guerreros.
Fruncí el ceño ligeramente sin entender nada. No respondí.
- Déjame te demuestro.
La última mirada que me dirigió antes de girar sobre sí misma no me dio ni de cerca un buen presentimiento, sino todo lo contrario. Había un rectángulo grande completamente negro en la pared el cual, en cuanto Megan se volteó, se fue aclarando hasta terminar totalmente transparente. Del otro lado había un pequeño salón de entrenamiento, en el cual había una pared totalmente dedicada para escalar, también había una caminadora y unas barras colgando del techo, unas más altas que otras, pero jamás había dos del mismo tamaño. Cientos de otros aparatos se encontraban ahí dentro, lo cuales ignoré al ver que había alguien ahí. Una chica se encontraba haciendo lagartijas en el suelo, sus músculos estaban perfectamente marcados, aunque tampoco eran demasiado exagerados. Sudaba a chorros y parecía incapaz de hacer otra lagartija más. Al lado suyo, estaba quien yo pensaba era el entrenador, no le vi la cara pues estaba de espaldas al cristal.
- ¡Muévete! –vociferó este, aunque su voz sonó algo amortiguada por las paredes y el grueso vidrio-
La chica comenzó a cargar su peso nuevamente hacía arriba pero no pudo más y se dejó caer sobre el suelo, respirando de una forma alarmante. Parecía estar agonizando.
- ¡De pie, sujeto! –gritó aún más fuerte el hombre, tanto que incluso desde la distancia en la que me encontraba vi cómo se le marcaban las venas del cuello-
La pelinegra que se encontraba en el suelo se levantó con bastante dificultad, y con suerte pudo mantenerse erguida. Sus brazos y piernas estaban llenos de moretones, su abdomen estaba descubierto y sudaba al igual que el resto de su cuerpo. Su cara parecía estar lleno de cortes y debajo de sus ojos se mostraban unas terribles ojeras. No la reconocí, al menos, no hasta que vi la marca de unos dientes atravesando su mejilla. Esa cicatriz no se quitaría probablemente nunca. Sin evitarlo di un paso atrás. Esa chica era Megan, Pero ¿cómo?
No aparté mi mirada, el hombre le dio un puñetazo en la cara que casi la hizo perder el equilibrio, sin embargo, hubo algo extraño, antes de que la golpeara noté que ella lo vio venir, pero era como si estuviera acostumbrada a eso, a no defenderse de él.
- ¡Si te ordeno algo, quiero que lo hagas! –Le escupió en la cara- ¡¿Quedó claro, sujeto?!
Cuando ella levantó la cara, sus ojos se detuvieron en mí, pero de una forma bastante extraña, como si estuviera viendo a través de mí. Entonces comprendí que, por dentro, el cristal no era transparente, pero era como si de alguna manera ella supiera que yo estaba ahí.
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Perdido Entre Lágrimas
FantasyLibro #2 de Lágrimas Congeladas El planeta Seigue jamás había tenido que enfrentar sucesos tan extraños, y no hablo de guerras sino de algo que deja a todos totalmente confundidos, acontecimientos que solo llevan a una misma cosa: Eléctricos. El Su...