Al instante coloqué una mano en su boca y cuando intentó zafarse puse mi brazo alrededor de ella, con suerte pude hacerlo sin tirar ni un solo frasco, pero si Kumi seguí retorciéndose no tendríamos tanta suerte.
- Creo que fue por allá –Escuché una voz a lo lejos. Una voz lenta y calculadora. Un Eléctrico-
Varios pasos se escucharon a lo lejos y fueron acercándose cada vez más. Debajo de mí Kumi no dejaba de retorcerse y gritar bajo mi mano. Presioné más fuerte para callarla, pero me di cuenta de que no gritaba de desesperación, sino de dolor. Solté un poco el agarre de su boca pues parecía querer decir algo.
-M-me quemas, Christian... -gruñó-
Al escuchar esas palabras me aparté al instante y ella cayó al suelo de rodillas. Había actuado por instinto que me había olvidado de que estaba cubierto de las malditas sustancias Eléctricas. Kumi comenzaba a respirar entrecortadamente, intentando tomar aire.
- Kumi, lo siento, no tenía ni idea...
- No claro que no. –su voz sonó diferente-
- Baja la voz, nos vas a delatar.
De manera temblorosa se puso de pie y se giró hacía mí con aquellos ojos que comenzaba a odiar. Estaban dorados. Pero había algo más, su piel estaba levemente roja, ahí donde había puesto mi mano sobre su boca y también sobre sus brazos.
- Ahora no, por favor –murmuré mientras retrocedía- No me hagas esto...
Si iba a pelear con Kumi por lo menos que no fuera ahí donde cualquier movimiento podría causar una explosión. Por segunda vez en el día fui un cobarde y di media vuelta para comenzar a correr, pero esta vez me fui por otro pasillo, uno que según yo me sacaría de esa zona más rápido, pero a la vez me alejaría de la salida. Mis pasos retumbaban fuertemente en todo el lugar, sin embargo, los de Kumi eran lo único que escuchaba y no sabía si era mi imaginación, pero sentía que me pisaba los talones.
Las vueltas eran lo peor de todo y cada que giraba necesitaba bajar la velocidad un poco, afortunadamente los tenis que traía puestos estaban hechos para no resbalarme. Suspiré cuando los pasillos fueron haciéndose más anchos a tal punto de que ya casi no parecían pasillos, sino salas.
Finalmente di media vuelta para enfrentar a Kumi, ella se encontraba apenas saliendo de la zona de explosivos y cuando estaba a varios metros de distancia se detuvo de golpe, mirando más allá de mí. Sentí un cosquilleo en mi nuca que me provocó un escalofrío. Di media vuelta y me encontré con la cara de Megan. Pero no era exactamente ella, sino su gemela respaldada por dos guardias. Dudaba que los necesitara.
- ¿Necesitas ayuda? –se burló como era característico de ella- Te ves en problemas.
Hice un esfuerzo por no arrojarme a estrangularla. Miré sobre mi hombro a Kumi y ella seguía en el mismo estado, pero por alguna razón no se movía, como si Keyla le diera miedo.
- ¿Por qué no solo te entregas, Christian? –extendió la mano como si le pidiera un juguete a un pequeño- Tú me ayudas y yo te ayudo.
- Primero preferiría lanzarme desde el piso más alto de este asqueroso edificio –escupí con odio-
Su rostro se ensombreció y con lentitud bajó la mano.
- Intento mejorar el universo y para eso todos tenemos que hacer un sacrificio.
- Intentas tener poder, eso es lo único que te importa.
- Y cuando lo tenga todo será mejor. Todos tendrán mejores habilidades, mejores vidas. –dio un paso en frente y tuve que evitar retroceder- Ve a tu amiga –señaló a Kumi, sin embargo, no aparté la mirada de ella- Tiene mejores habilidades, es más rápida, más fuerte, no tiene piedad y todo eso se necesita para ser alguien mejor. Pero, aunque ella haya sido mejorada no puede ganarte, el Prodigium siempre va a ser lo mejor y es lo único que me falta.
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Perdido Entre Lágrimas
FantasiaLibro #2 de Lágrimas Congeladas El planeta Seigue jamás había tenido que enfrentar sucesos tan extraños, y no hablo de guerras sino de algo que deja a todos totalmente confundidos, acontecimientos que solo llevan a una misma cosa: Eléctricos. El Su...