Parpadee con lentitud varias veces para apartar las gotas de lluvia que estaban en mis pestañas. No sabía exactamente cuánto tiempo había estado dormido, pero había dejado de llover y al parecer no había pasado mucho porque la tierra seguía húmeda. Aun así, el cielo no estaba tan oscuro como antes. Moví mi hombro y sentí un peso ligero sobre él, Megan hizo un ruidito al moverse y reacomodar su cabeza. La miré. Su nariz estaba sangrando. Casi al instante advertí –con sorpresa- que no había dolor alguno en mi cuerpo, ya ni siquiera estaba aquél sentimiento de cansancio, tan solo permanecía el hambre. Me levanté bruscamente del suelo ocasionando que Megan se despertara alarmada.
- ¿Qué? -Abrió los ojos con sorpresa y se puso de pie- Christian, estas sangrando.
Llevé mi mano a mi nariz y en mis dedos apareció un líquido escarlata. Regresé mi mirada a Megan.
- Tú también estas sangrando.
Repitió mi acto y miró la sangre en sus dedos con horror. Analicé con la mirada a Megan y descubrí que debajo de toda la mugre y suciedad, sus moretones habían desaparecido. Miré mis brazos. Los míos estaban tan intactos como los suyos, incluso habían desaparecido los cortes que me había hecho ayer. Casi suelto una maldición al recordar la cabeza de Megan sobre mi hombro.
- Te dije que no me tocaras.
Realmente no estaba enojado, sino rendido.
- P-pero... –Sus ojos transmitían confusión- No toqué tus heridas.
- Ni yo las tuyas.
Hubo un momento de silencio. Comenzó a sacudir la cabeza.
- El efecto solo funcionaba si se tocaba la herida, no junto al otro. –recalcó- Mi cabeza literalmente estaba sobre tu camiseta, no sobre tu piel.
Estudié su punto. Una idea cruzó por mi cabeza, pero fue Megan la que se atrevió a decirla, como si leyera mi mente.
- La conexión se fortalece.
Ahora fui yo quien sacudió la cabeza, pero fue para despejar todos mis pensamientos.
- No me vuelvas a tocar. –Mi voz fue fría-
- Hey, pero... -objetó-
- No quiero que estés a menos de setenta centímetros de cercanía.
- ¿No crees que estas exa...?
- ¿Te quedó claro? –alcé la voz-
Sus ojos se detuvieron en los míos por un momento, pero al final asintió.
- Lo siento –dijo-
- No te disculpes.
Sin más, miré a mi alrededor después de limpiar la sangre fresca que había estado emanando de mi nariz, afortunadamente no era demasiada.
- ¿Dónde está Blazh? –pregunté al no verlo-
Megan miró hacia el árbol en donde nos habíamos encontrado anteriormente, al no encontrarse con nada comenzó a ver en todas direcciones, pero no había señal de él. Ni una sola huella. Detrás de mí capté un leve sonido, no más fuerte que el de una hoja al ser pisada. Tanto Megan como yo nos giramos hacia esa dirección. Lo primero en lo que reparó mi mirada fue en un casco tan brillante en el que veía mi propio reflejo. Además del casco, aquella persona contaba con un traje que cubría por completo, sin dejar ni un solo centímetro de piel a la vista. Megan dio un paso en frente, pero interpuse mi brazo, sin tocarla. Conocía a aquella persona. El arma de Keyla.
- La General estará muy feliz de verlos. –De alguna forma supe que la chica detrás de ese casco estaba sonriendo- Sobre todo a ti, Myers.
Apreté mis labios, resistiéndome a lanzarme sobre ella.
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Perdido Entre Lágrimas
FantasyLibro #2 de Lágrimas Congeladas El planeta Seigue jamás había tenido que enfrentar sucesos tan extraños, y no hablo de guerras sino de algo que deja a todos totalmente confundidos, acontecimientos que solo llevan a una misma cosa: Eléctricos. El Su...