Ese lugar me estaba volviendo loco, simplemente no soportaba estar ahí y no me refería a ese edificio en específico, sino el planeta Tormlezz en general, todo era tan fuera de lo normal que literalmente no lograba pensar bien. Aquél lugar me era tan desconocido y eso era lo que más odiaba, no conocer bien el lugar ni a los enemigos que se encontraban en este. El mayor defecto de los Guerreros era temer a lo desconocido y ya era muy tarde para percatarse de eso.
Me senté al borde de la cama y miré mi mano derecha. Era totalmente extraño no llevar puesto el armscomp y me hacía sentir más vulnerable a pesar de que solo lo utilizaba cuando era realmente necesario, aun así, de alguna manera era reconfortante ya no tener ese peso en mi brazo, a veces llegaba a ser incómodo. Me levanté y fue justo en ese momento cuando la puerta se abrió y por ella entró la delgada figura de Tyler. Él se alejó de la salida cuando vio que me dirigía hacia ella, sin embargo, sus palabras me detuvieron.
- ¿Por qué eres así?
Me giré hacia él y su cabeza se agachó al instante como si se hubiera arrepentido de haber abierto la boca y ahora solo se encontraba esperando que lo golpeara. Mis pasos resonaron en la habitación mientras me acercaba a él. Se tensó en cuanto me detuve.
- Levanta la cabeza –ordené-
Le costó mucho hacerlo, pero cuando lo hizo se encogió ante mi mirada haciéndolo parecer más pequeño de lo que ya era.
- Me das razones para creer que no eres un Guerrero, sin embargo, te he aceptado en nuestro equipo y eso significa que tienes que arriesgarte, pelear, ayudar y sin cuestionar nada como todos nosotros lo hacemos ¿Quedó claro? –no esperé respuesta- Ahora mismo puedes decidir salirte del equipo, pero si haces eso y necesitas protección, no cuentes con nosotros.
Volvió a bajar la cabeza. Aquél chico era un caso perdido si ni siquiera era capaz de sostenerle la mirada a alguien, lo que me decía que no solo era débil física sino también mentalmente.
- A-ayudaré a Megan. –su voz fue débil-
Sus palabras me tomaron por sorpresa, aun así, no lo demostré.
- Bien, te sugiero que comiences a entrenar.
Salí de la habitación sin saber exactamente a donde dirigirme pues solo quería alejarme de Tyler. Su presencia me hacía sentir, no desconfianza sino confusión porque no se parecía para nada a un Guerrero en bastantes aspectos y saber que Keyla había experimentado con él era preocupante pues si Kumi tenía efectos secundarios ¿Por qué él no?
Mientras bajaba las escaleras algunas miradas se posaron sobre mí, pero al ver que no estaba de humor simplemente me ignoraron. Me dirigí al pasillo del lado Este del edificio en donde se encontraba la enfermería. A un lado de la puerta se encontraba una figura hecha ovillo en el suelo. Su cabeza estaba escondida entre sus brazos y respiraba con lentitud. Me acerqué sin preocuparme en hacer silencio pues sabía que ya se había dado cuenta de mi presencia, me limité a sentarme en la pared opuesta en la que ella estaba. Las manos de Kumi temblaron.
- Aléjate de mí, por favor.
- ¿Llevas aquí mucho tiempo? –pregunté con calma-
- Desde que lo trajeron. –su voz sonó amortiguada por la posición en la que se encontraba-
Miré la puerta de madera que se encontraba cerrada.
- ¿Cómo está?
- Le están haciendo unos estudios.
Me dio la vaga sensación de que tenía un nudo en su garganta y no quería hablar, así que solo me mantuve con ella para acompañarla. Me dolía verla así. Comencé a mirar a un punto fijo sin pensar en algo específico, simplemente disfruté por un momento el silencio, como a veces solía hacer.
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Perdido Entre Lágrimas
FantasíaLibro #2 de Lágrimas Congeladas El planeta Seigue jamás había tenido que enfrentar sucesos tan extraños, y no hablo de guerras sino de algo que deja a todos totalmente confundidos, acontecimientos que solo llevan a una misma cosa: Eléctricos. El Su...