Creí que no dormiría tranquilo por todo lo que estaba pasando y no me equivoqué, por más que estuviera cansado no podía quedarme dormido. Normalmente solía pasarme eso, pero esta vez era desesperante, pues despertaba cada veinte minutos y me tomaba media hora volver a dormirme. Estaba cansado y con tantas veces que me había levantado, el sueño había sido espantado de mi ser. Me incorporé en la cama y decidí inspeccionar el lugar, afortunadamente yo estaba acostumbrado a no dormir por mucho tiempo al igual que la mayoría de los Guerreros.
Me senté al borde de la cama y me puse unos tenis que nos habían dado. Era extraño no usar botas. También nos habían dado ropa nueva la cual me había puesto después de una ducha. Miré a Tyler, el cual dormía en la cama que estaba a mi lado. No importaba que tan tierno o inocente se viera, no confiaría en él hasta que me demostrara que era realmente de los nuestros. Me dirigí a la puerta, la abrí sin pensarlo dos veces y al salir la cerré silenciosamente. Comencé a caminar por el pasillo en dirección a las escaleras, todo estaba en sumo silencio ocasionando que mis pasos hicieran eco por todo el lugar. Bajé las escaleras destruidas y justo cuando estaba a punto de pisar el suelo del primer piso, una voz me hizo detenerme.
- ¿Christian?
Miré hacia arriba, en el segundo piso de dónde provenía la voz. Era Chrystal la cual se encontraba ahora con ropa más cómoda que con la que la había visto por última vez. Con cuidado, fue bajando los peldaños uno por uno hasta que se detuvo dos arriba de mí.
- ¿A dónde vas? ¿Te sientes mal? ¿Quieres que te lleve con mi pa...
Al ver que me atacaba de preguntas decidí detenerla
- Solo no puedo dormir así que decidí darle una vuelta al lugar. –mi tono fue cortante-
Bajó los escalones hasta quedar a mi altura, aunque no realmente pues era más baja que yo.
- ¿Te molesta si voy contigo? Megan no me da mucha confianza a pesar de que esté dormida. –Bajó la cabeza en señal de vergüenza.
Fruncí el ceño.
- ¿Y por qué deberías confiar en mí?
- Conozco tanto sobre ti como Keyla, también solía conocer a Megan, pero ahora... -desvió la mirada- no sé si se haya vuelto más agresiva con las torturas y el entrenamiento.
De repente mi sangre comenzó a hervir.
- ¿Todo este tiempo viste lo que Keyla y sus malditos esclavos le hacían a Megan y no hiciste nada? Pudiste haberla ayudado a escapar, además sabías los planes de Keyla desde un principio. Con la tecnología que hay en el edificio en el que trabajas pudiste habernos enviado un mensaje de advertencia.
El brillo de sus ojos se fue apagando y volvió a desviar la mirada, pero esta vez con tristeza.
- Quien dijo que no lo hice... -Suspiró- Lo intenté, pero Keyla me descubrió usando su computadora portátil, sé que no suena muy inteligente haber usado la suya, pero es la única que tiene acceso a todos los planetas que son relevantes para ella.
La furia fue remplazada por la culpa. Debí preguntar antes.
- ¿Qué fue lo que te hizo? –pregunté-
Miró su mano.
- Nunca olvidaré ese día ni las palabras que me dijo. –Levantó la palma de su mano- Yo te ordeno, tu obedeces. –movió la mano en el aire como si le diera una bofeteada al aire- Me quedé paralizada pues era la primera vez que me lastimaba, después de abofetearme una vez me preguntó si había entendido y no responder fue mi mayor error. No recuerdo mucho después de eso, terminé inconsciente y al despertar tenía cinco costillas rotas, Keyla había dado la orden de dejarme en una habitación vacía a mi propia suerte y a pesar de que fue tan solo por un día fue de lo peor, estaba sangrando, llena de moretones, con las costillas rotas... finalmente una sirvienta del edificio me sacó y me dio una medicina para el dolor, volví aquí con suerte y me curaron.
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Perdido Entre Lágrimas
FantasyLibro #2 de Lágrimas Congeladas El planeta Seigue jamás había tenido que enfrentar sucesos tan extraños, y no hablo de guerras sino de algo que deja a todos totalmente confundidos, acontecimientos que solo llevan a una misma cosa: Eléctricos. El Su...