Perdido Entre Lágrimas

Capítulo 8

           
El lugar estaba totalmente solitario, aunque no es que me detuviera a observar mucho, los corredores eran bastante rápidos. Antes había leído que eran mucho más lentos que los cazadores, pero al parecer fueron evolucionando y ahora son incluso más veloces. Kumi iba junto con Megan, sobre Heng, un caballo que parecía ser agresivo y la idea de llevar a dos Guerreras no le agradaba para nada, aun así, no desobedecía las ordenes. Forrest iba con Daku al cual no parecía importarle demasiado la idea de ayudarnos, además era de los más veloces, incluso más que el líder, que era en el cual yo iba montado. Se sentía extraño no estar en una misión junto con Sherak, era como si me hubieran arrebatado una parte esencial, sabía perfectamente que él jamás le haría daño a nadie, así que creía fielmente en que alguien lo estaba controlando.

Nos íbamos acercando al bosque bestial y mi mano se dirigió inconscientemente a mi bolsillo, toqué el materializador el cual se encontraba tibio, pero me percaté de algo, los corredores iban aumentando cada vez más la velocidad conforme se iban acercando al lago, pensaban saltar. No era algo nuevo, ellos lo habían hecho antes, aunque siglos atrás, esas fueron diferentes generaciones. Intenté confiar en su habilidad y cuando se acercaron lo suficiente, saltaron. Había creído que se arrepentirían y se detendrían, pero no lo hicieron incluso cuando aterrizaron del otro lado.

Tan solo nos tomó tres horas llegar hasta la cascada, me bajé de un salto y Forrest hizo lo mismo y fue a ayudar a Kumi para bajar a Megan.

- Estamos en deuda –me dirigí al líder de los corredores- Cualquier cosa, háganmelo saber.

- Somos una especie independiente, no necesitamos su ayuda.

- Tal vez les haga falta un medicamento –sugerí-

Me inspeccionó con la mirada, después miró a sus colegas, los cuales se encontraban esperando a lo lejos. Volvió a mirarme.

- Tal vez, joven Guerrero, solo tal vez, se restaure la paz entre Guerreros y corredores algún día. Es una razón tonta por la que vivimos en guerra.

No conseguí darle una respuesta. Se dio media vuelta e hizo un ademán hacia los demás corredores para que lo siguieran. Los tres desaparecieron de nuestra vista a instante. Me quedé pensando en sus palabras por unos segundos antes de girar sobre mis talones y encontrarme con Kumi mirando al interior del lago, justo donde la luz seguía titilando. Me acerqué a ella.

- No tienes que hacerlo si no quieres.

Se sobresaltó.

-Yo, tengo...es decir, quiero hacerlo. Por el bien de todos.

La miré por unos cuantos segundos y supe al instante que no se echaría para atrás.

-Bien.

Me alejé de ella para ir hacía Megan la cual ya estaba apoyada en ambos pies, aunque se apoyaba más en el izquierdo que en el derecho. Al verme se quitó la funda que estaba amarrada a su muslo y me la entregó. Agradecí con un leve movimiento de cabeza y esperé ahí mismo para darle tiempo a Kumi, a la cual le estaba hablando Forrest, probablemente tratando de convencerla de no hacer una idea tan alocada.

Una vez que Forrest y Kumi me miraron me acerqué a ellos y vi reflejado en los ojos de Kumi el terror.

- Forrest, ve clavando la cuerda al suelo. –le ordené y obedeció al instante-

Kumi se sentó junto a un árbol y me arrodillé a su lado para dejar el estuché en el suelo, lo  desplegué en el suelo. Kumi me dio la tableta portátil que ya estaba configurada a un pequeño chip que yo tenía en manos en ese momento. Lo metí a un pequeño tubo rectangular y tomé la mano de Kumi, coloqué el borde en su muñeca y presioné un botón. Ella no tuvo reacción alguna, no pareció dolerle, al parecer estaba demasiado concentrada en salvar al mundo para pensar en el dolor. Al retirar el aparato de su muñeca había una delgada línea de sangre. Inmediatamente en la pantalla comenzaron a mostrarse datos sobre la salud de Kumi.