Me sentía exhausto, con suerte pude abrir los ojos para darme cuenta de que me encontraba descansando sobre el suelo de concreto. Ni siquiera sabía cuándo me había quedado dormido, solo recordaba haber estado las anteriores horas planeando como escapar. No teníamos demasiado, solo unas pocas rutas de escape, pero ninguno de nosotros sabía los horarios de los guardias y eso era un gran problema. Me incorporé con un dolor de cabeza leve y miré a mi alrededor, Forrest se encontraba dormido, al igual que Ethan, no se veían para nada cómodos en el suelo, ambos fruncían el ceño como si alguien estuviera molestándolos. Desvié mi mirada a la pared del fondo en donde capté un movimiento, de nuevo se encontraba el chico de cabello blanquecino, solo que esta vez estaba totalmente consciente y se encontraba sentado mientras dibujaba algo con el dedo sobre el polvo del piso.
Carraspeé para llamar su atención. Levantó su mirada casi al instante y noté que sus ojos eran de un azul muy profundo, de esa manera en la que caracterizaba a un guerrero que estaba unido. Pero si era un Guerrero ¿Por qué no parecía uno? La verdad, apenas era un soldado, fácil tenía unos quince o dieciséis años.
Ignoré eso y dirigí mi atención a otra cosa. Tal vez él tuviera información que nos ayudase. Estaba a punto de preguntar, pero un sonido retumbó por la celda, como un chasquido, lo cual ocasionó que tanto Forrest como Ethan se incorporarán de golpe. La puerta se abrió, todos nos levantamos al instante, pero no hicimos movimiento alguno al ver a cuatro guardias entrar con sus armas en alto.
-No se muevan –ordenó él que le estaba apuntando a Forrest-
Mi sangre comenzó a arder, mi cuerpo me ordenaba que peleara, sin embargo, un pensamiento más fuerte me detenía. No quería que lastimarán a Megan. El guardia que se encontraba delante de mí, bajó su arma y tomó mis brazos para colocarlos en mi espalda, sus compañeros hicieron lo mismo con Ethan, Forrest y el peliblanco. Sus manos me rodeaban las muñecas y estas empezaron a arder, sentí como si de alguna manera mi energía fuera robada y fue en ese momento en el que recordé cuando la gemela de Megan había enviado una descarga eléctrica por mis brazos, pero ella tenía guantes, y estos guardias no.
Como si mi pensamiento la hubiera invocado, Keyla entró a la celda, iba vestida con ropa deportiva roja, su abdomen estaba totalmente descubierto al igual que lo había estado el de Megan, solo que ella no sudaba. Su cabello estaba peinado en una perfecta coleta alta lo cual la hacía parecer un poco más alta de lo que ya era. Su mirada se detuvo en mí tan solo unos segundos, después se dirigió directamente hacía Forrest. Este último me miró de reojo, aun no se creía del todo lo de la gemela, pero por su mirada advertí que la notaba diferente.
- Forrest –dijo Keyla con una sonrisa demasiado extraña- Iré al grano, si me dices lo que quiero saber, te dejaré vivir.
Este la miró detenidamente.
- ¿De qué me sirve vivir si me vas a tener aquí encerrado?
- No hagas las cosas difíciles –su mirada se ensombreció- Tal vez podamos llegar a un acuerdo.
- ¿Qué hiciste con Kumi? –escupió de golpe-
- Ah, ¿Es ella la que te preocupa?
Me daban ganas de abofetear a Forrest, literalmente le había dicho su mayor debilidad al enemigo.
- Sigue viva, si eso es lo que quieres saber. –Dijo sin interés- Ahora dime, ¿Sabes cómo sacar el Prodigium del cuerpo de Christian?
Forrest no tuvo reacción alguna, parecía inexpresivo. Sin embargo, hubo una pizca de interés en sus ojos. Sabía lo que estaba pensando: Si esa fuera realmente Megan ¿Por qué querría el Prodigium de vuelta?
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Perdido Entre Lágrimas
FantasyLibro #2 de Lágrimas Congeladas El planeta Seigue jamás había tenido que enfrentar sucesos tan extraños, y no hablo de guerras sino de algo que deja a todos totalmente confundidos, acontecimientos que solo llevan a una misma cosa: Eléctricos. El Su...