Megan literalmente se lanzó hacia Tyler con velocidad para ayudarlo a sentarse. Este soltó gemidos de dolor cuando Megan lo tocó. No lo iba a negar, se veía terrible, era más de lo que un Soldado podía soportar. Volví a mirar atrás donde antes había estado la ilusión y pensé por un momento que podría haber una sustancia en el aire que los Eléctricos habían usado en nuestra contra.
- Megan, hay que salir de aquí.
Me miró por un momento, sin soltar la mano de Tyler, notó la alarma en mi voz así que asintió. Con toda la delicadeza posible tomé a Tyler y lo ayudé a apoyarse en mí. Voy a ser sincero, ni siquiera estaba cien por ciento seguro de que se tratara de él o de otra ilusión, pero no teníamos tiempo.
Regresamos por donde habíamos llegado y afortunadamente no nos confundimos demasiado pues si habíamos recorrido más de la mitad de aquél piso.
-... ¿Me copian?
Megan y yo nos miramos, pero ella fue la que respondió a la voz que provenía del auricular.
- Kumi ¿Está todo bien?
Se escuchó un suspiro de su parte.
- Creímos que algo malo les había pasado ¿Encontraron a Tyler?
- Sí... no creo que pueda seguir.
Tyler no hizo gesto alguno al escuchar su nombre, apenas y podía seguir avanzando a pesar de que ya estábamos llegando a los elevadores, pero no podíamos cargar con él todo el camino. Me vi obligado a detenerme. Lo senté junto a una pared y ahí cerró los ojos, como si descansara.
- Tyler, di algo. –dije-
Hizo una mueca de dolor, como si le doliera todo con el solo pensamiento de pronunciar una palabra. Suspiré.
- Megan, pásame el frasco.
Dudó por un segundo.
- ¿Estás seguro? –Lo sacó de su cinturón. Un frasco de color cobre no más largo que su dedo meñique-
- Si quieres que el plan siga, dámelo.
Sus ojos se movieron con nerviosismo antes de dármelo. El caso era que ese medicamente lo había creado uno de los compañero del padre de Chrystal y nos había dicho que solo lo usáramos en casos extremos porque podía llegar a ser muy fuerte en cuanto era ingerido, pero curaría las heridas más graves o por lo menos calmaría el dolor. Abrí el frasco y de él emanó un olor húmedo, como si hubiera estado guardado durante años. No quería imaginarme el sabor de aquella cosa, pero no lo pensé mucho y lo acerqué a los secos labios de Tyler. Ni siquiera tuvo las fuerzas para tomar el frasco, así que tuve que vaciarlo en su boca y en cuanto lo tragó, gruñó, como si quemara su garganta. Megan se arrodilló a su lado y volvió a tomar su mano y Tyler la apretó con fuerza. Estaba sufriendo, pero no se quejaba.
Me puse de pie y miré por el balcón del pasillo. El edificio estaba casi vacío, los pisos inferiores eran los que estaban más repletos de guardias, por lo tanto, se me hizo extraño ver un movimiento en el piso treinta. Había una chica caminando a paso apresurado por el pasillo, hasta que se perdió en las puertas de cristal por las que Kumi y yo habíamos entrado hace tiempo. Pero no era cualquier persona, sino Keyla. Me giré hacia Megan y vi que Tyler parecía estar a punto de desmayarse, pero sabía que solo eran los efectos del medicamento.
- Cambio de planes. –Avisé- En cuanto Tyler se recupere, suban al piso cien e inicien el incendio lo más rápido posible, los Guerreros ya deben de estar esperando la señal, además debemos desalojar a los guardias.
Me miró con confusión.
- ¿Qué vas a...
- Keyla está en el piso treinta –Ni siquiera terminé la frase cuando comencé a alejarme- Véanme allá en cuanto den la señal. –Eso último no solo lo había dicho para Megan y a Tyler, sino también para los que estaban del otro lado del auricular-
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Perdido Entre Lágrimas
ФэнтезиLibro #2 de Lágrimas Congeladas El planeta Seigue jamás había tenido que enfrentar sucesos tan extraños, y no hablo de guerras sino de algo que deja a todos totalmente confundidos, acontecimientos que solo llevan a una misma cosa: Eléctricos. El Su...