Mi vida, un engaño.

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Todo se encuentra muy borroso, creo que es por lo que me inyectaron en mis brazos. Me encuentro temblando en la esquina de mi cama rodeada de sólo oscuridad.

Ni la luna me acompaña está noche de tormentos... Que apenas inicia.
Una de tantas que ya he sufrido por culpa de mi propia sangre, aprovechandose de mi y de mi hermana que yace en la habitación contigua a la que me encuentro.

Sollozo y me acurruco más entre las sábanas cada vez que escucho sus fuertes gritos y alaridos cargados de dolor y sufrimiento.

El sonido del rechinar del suelo se hace cada vez más cercano, haciendo que me cubra todo lo que puedo. Cada vez se acerca más. Hasta que escucho el movimiento de la cerradura de la puerta y el eco de voces de hombres.

- Sabes que aquí siempre eres bienvenido, mientras no estén nuestras mujeres, claro - la reconocible voz de uno de mis tíos se hace presente cuando abren la puerta y seguido de ella unas cuantas carcajadas.

- Oye hija; ya término el descanso, es hora de trabajar - la desagradable voz de mi padre hace que trate de esconderme más entre las delgadas sábanas.

Siento como se acercan a mi por lo que trato de sujetarme lo más que puedo a lo único que siento que me protege - Mira perra, vas hacer esto quieras o no, el señor ha pagado mucho por ti así que te tienes que comportar muy bien - masculla mi tío dándome un golpe que cae justo en mi estómago haciendo que me quede sin aliento y suelte las sábanas dejándome al descubierto.

- Es muy linda, creo que vale todo lo que pagué por ella - otra voz se hace presente, trato de enfocarlo pero mi vista sigue muy borrosa - está drogada, ¿no?.

- Así es, no recordará la mayor parte y mucho menos su rostro señor...

- Excelente - lo interrumpe.

Con mi mayor esfuerzo trato de visualizarlo, lo único que logró es identificar que es alto, cabello negro y algo moreno... Que se está acercando a mi, haciendo que vuelva a comenzar a sollozar.

Se sienta a mi lado y acaricia mi rostro se acerca y se queda en el hueco de mi cuello - Está noche nos vamos a divertir pequeña... Mm, hueles delicioso - suelta de manera maliciosa.

- Fue un gusto hacer negocios con usted señor Smirnov - no logró identificar la voz de quien agradeció, pero sí identificó el sonido de la puerta cerrandose.

- Querida Kata, ahora eres mi pequeña Rosa... Mi Rosa Negra.

La Rosa Negra (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora