Capitulo 38

204 16 0
                                    

Siento que me toman del hombro y me sacuden suavemente; me remuevo incomoda y abro los ojos pero al instante me cubro los ojos con mi mano al recibir mucha luz en mi cara. Escucho una risa femenina, trato de enfocar mi vista y lo primero que logro ver es a una Fiorella sonriente con una linterna encendida directo a mi cara. 

Al instante suelto un grito de emoción y me lanzo a ella abrazandola.

- Nunca pense que me extrañarias tanto - comenta con su típico humor al separarme de ella. Mi reacción es rodar los ojos y acomodarme en la silla en la que me quedé dormida, muevo un poco mi cuello y escucho mis huesos crugir.

- Ja ja ja - rio sin gracia con una mueca muy incomoda. Vuelvo a tomar postura y la miro seriamente - tuve miedo de perderte, nunca me lo hubiera perdonado - apoyo mi cabeza en mi mano quedando mi vista fija al suelo gris.

- No es tu culpa y gracias a Dios estoy bien. Lo bueno fue que me encontraron rápido y no pasó a mayores - sonrie un poco incomoda.

Me quedo en silencio pensando en si decirle la verdad o no; ella merece saberlo. Por mi es que esta así y gracias a mi la pudieron haber matado... - ¿Hace cuánto despertaste? Se supone que estabas en coma - pregunto buscando otro tema de conversación, tampoco la quiero hacer recordar lo que vivió hace unas noches.

- Hace unas horas, el doctor dijo que fue un milagro que despertara y me tendrán unos cuántos días aquí para que observen como voy. Mi mamá me dijo que mejor te dejará dormir ya que no habias descando nada por estar pendiente de mi y no sabes como aprecio esto... Eres mi mejor amiga - me sonrie sincera, en sus ojos puedo apreciar un cierto brillo de emoción - y te desperte ahorita porque estoy aburrida, - hace un puchero - por cierto, ¿quién trajo esos girasoles?. Mi mamá no me quiso decir.

Me le quedo mirando picaramente y con una sonrisa un poco pervertida - ¿Quién crees? - quiero que adivine... Ojalá pueda reconocer a su Romeo.

- ¿Tú? - pregunta esperanzada, pero niego y bufa - ¿Gaby? - vuelvo a negar, rueda los ojos pero al final suelta una risita y se sonroja - ¿Leo? - me muestra una sonrisa tímida. Asiento y comienzo a aplaudir.

Ella es muy blanca pero ahora esta tan roja como un tomate, por lo que suelto una carcajada haciendo que ella me golpee "amistosamente" en mi hombro - Tranquila fiera, tú romeo estuvo aquí mucho tiempo, lo último que recuerdo es a tu mamá echandolo de aquí para que se fuera dar una ducha y descanse un poco. Nunca se separó de tí - le confieso sin cambiar mi rostro, sigo mostrando mi sonrisa pícara.

- ¡Quita esa cara! - exclama tapandose con las sábanas blancas. Suelto una estruendosa carcajada que hace que me quede sin aire.

- Lo siento, lo siento - digo como puedo sin dejar de reirme.

- Disculpen pero necesito realizarle los chequeos a la señorita Bocchino - nos interrumpe una enfermera haciendo que pare de reir y que Fiore salga debajo de las sábanas.

- Claro, no hay problema - para no molestar, le doy un beso a Fiore en la cabeza y salgo de la habitación.

Necesito fumar un poco, por lo que salgo del hospital y me quedo en el estacionamiento, me apoyo en mi moto y enciendo mi cigarro. Le doy una fuerte calada y después suelto el humo despacio.

- No tenia idea que fumaras - escucho una voz atras de mi que provoca que me asuste y me ahogue haciendo me toser. Siento unas palmadas en mi espalda, me volteo y me encuentro con Alek.

Me separo bruscamente de él, acción que al parecer lo deja confundido. Tiro mi cigarro al piso para después pisarlo - ¿Qué haces aquí? - le pregunto sin expresión, lo menos que quiero ahora es tener más problemas.

- ¿Por qué me estas evitando? - hace caso omiso a mi pregunta y se cruza de brazos, ahora que lo noto un poco mejor; puedo notar que tiene unas pequeñas ojeras y unas barba de varios días que se comienza a formar en su mandíbula.

- Es de mala educación responder una pregunta con otra pregunta - lo imito y me cruzo de brazos.

Bufa rodando los ojos - Como si tu tuvieras mucha educación - ahora la que bufa soy yo.

- Touche - le sonrio de medio lado - ahora dime, ¿qué estas haciendo aquí?.

- Tengo días sin saber de tí, no contestas ni mis llamadas y mis mensajes. Viktor tampoco, lleva desaparecido unos días y ni siquiera ha ido a la tienda. Pero lo que no entiendo es porque me dejaste de hablar así tan derrepente - en su mirada noto angustia, se acerca a mi y me toma por los hombros, se acerca a mi rostro rozando nuestras narices.

Inhalo fuerte su aroma, que para mi es como una droga, quiero besarlo pero no puedo. Menos ahora. Aparto mi rostro a un lado y el suelta su agarre en mis hombros por lo que aprovecho y me separo de él. Siento una lágrima bajar pero rapidamente la quito para que no la note.

- ¿Qué hice mal? - su voz se torna un poco entristesida, lo que hace que mi corazón se rompa más de lo que ya está. Se vuelve acercar a mi pero ahora toma mi rostro entre sus manos haciendo que vea fijamente sus ojos azules - se que no llevamos mucho tiempo conociendonos pero has echo que algo en mi cambie, generaste aquellos sentimientos que nunca pense que volvería a tener. Te has vuelto muy importante para mi.

Sin volver a pensarlo uno mis labios con los suyos... Esta tiene que ser la última vez, no puedo destruirlo más. Él me corresponde haciendo que el beso se vuelva intenso, enredo mis dedos en su cabello y el entierra los suyos en mi cadera...

*En otra parte...*

- Señor, ya hice mi trabajo, los tengo tal como quería. Podemos matar a dos pajaros de un tiro, ellos parecen tener sentimientos mutuos y eso perjudicara mucho a la O.E.C.M. - llega una señorita a una habitación completamente oscura.

- Muy bien, sabía que serviría de algo esta unión. Tal como lo planee y ahora podemos no solo acabar con los mejores agentes de la agencia, sino también con nuestra nueva mafia amiga... Solo debemos esperar un poco para llevar a cabo la parte final.

- Si, señor...

La Rosa Negra (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora