7- Los que vuelven

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Capítulo corto, pero necesario

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En Singapur...

Un hombre ya entrado en edad, de cabello cano y delicado de salud por una vida de excesos se dejaba caer en el sillón de su lujoso cuarto de hotel mientras su mayordomo de cabello oscuro y traje de camisa elegante y corbata le ofrecía un vaso de agua y sus medicamentos.

- Perdón Señor, por poco olvido que es hora de su medicamento... -

- No te preocupes chico, tu eres mi memoria de igual forma. Además, una hora más o una menos no hacen diferencia en un hombre condenado a morir de una forma indigna -

- Señor ... -

Ese hombre de cabello cano y mala salud, era nada más y nada menos que el poderoso Señor Redfield.

- Elina sigue con su idea de fastidiar a Eri y Eren ¿Verdad? - preguntó el anciano a su mayordomo quien bajó la mirada dando a entender que sí.

El joven asistente del Señor Redfield sabía que tenía dos hijos, unos mellizos de unos veinte y tantos cuando mucho. Pensaba que eran malos hijos por no visitar a su padre enfermo, el mayordomo llevaba dos años trabajando para él y le había tomado aprecio, pues desde que su salud empeoró él anciano había cambiado del cielo a la tierra.

- No pienses mal de Eri y Eren, Michael. Son buenos chicos, por ello es que están lejos... -

- Lo siento señor, es solo que no me explico cómo puede ser que no lo visiten ni lo llamen -

- Michael, yo fui un padre horrible. En especial con Eren, merezco todo su odio ... -

- Señor no creo que pudiera ser tan malvado - añadía Michael incrédulo de las palabras de su jefe.

- Mi matrimonio fue un error desde el comienzo. Mi padre me obligó a casarme con Elina por una cuestión de intereses económicos, comprenderás mi estimado Michael que cuando dos personas se casan sin amor el matrimonio se convierte en un infierno, y el infierno saca lo peor de las personas...
Yo me refugie en el alcohol y las mujeres fáciles y Elina no se quedó muy atrás. Nos odiabamos mutuamente, y supongo que nos desquitabamos con los niños por nuestra mala fortuna.
Fui muy cruel con Eri, la pequeña era tan dulce y tierna... Y yo un monstruo que nunca la llevó al parque siquiera. Ni hablar de Eren, fui peor con él. Era verme a mí cuando era joven y estúpido y tome decisiones horribles. Hizo bien en huir de mí cuando pudo.
No son malos chicos Michael, es más. Revise sus pensiones, no han tocado un sólo centavo.
Mi cuerpo débil y enfermo no es más que un castigo a todo el daño que les hice a mis propios hijos. No hay un solo día en que no lamente lo que hice, el tiempo que perdí en la bebida y los negocios cuando pude ver crecer a lo único realmente valioso que tuve y no lo ví.
Lo único que sé de ellos es por mis investigadores privados. Supe que Eri estuvo involucrada en un secuestro, quisiera tanto verla... -

El joven mayordomo entendió porque los hermanos Redfield no visitaban a sus padres, más sintió sinceridad en las palabras del anciano, ya la vida se había encargado de hacerlo pagar sus culpas y con creces. Ahora era un hombre diferente, hacía donativos a instituciones de caridad, creo becas para estudiantes de escasos recursos, y ahora, tenía en mente vender todas sus empresas y pasar sus últimos años en paz. Quería hacer las paces con sus hijos.

- Señor, si lo que me a dicho a mi se lo dice a sus hijos es probable que lo entiendan y perdonen. No conozco a los señores pero, por como habla usted de ellos deben ser buenos chicos -

- Lo son, no se parecen a mí ni a su madre así que lo son. Quisiera tanto el perdón de Eren, y mi pobre muchacho...
O ver una vez más a Eri, y pensar que alguna vez le quise hacer lo mismo que me hicieron a mí. Casarla con un imbécil... -

Sentido de pertenencia II: Proteger Donde viven las historias. Descúbrelo ahora