50- Deja Vu

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La escotilla se cerró, del otro lado en el túnel que los llevaría a la libertad se encontraba Eri abrazando a su pequeño bebito a salvo. De rodillas, llorando al igual que su pequeño en brazos, la pelirroja desconsolada ante la idea de no volver a ver a su marido, pero aliviada por tener a su pequeño en brazos, sano y salvo a simple vista. Al notar que el pequeño no dejaba de llorar, comenzó a revisarlo por todas partes hasta notar un pequeño rasguño en el rostro, sobre el párpado.

- Ese maldito, ese maldito se atrevió a lastimar a mi niño - Eri limpió una minúscula gotita de sangre sobre el párpado del bebé asustado. - Ya, ya mi niño. Ya, ya, va a sanar, va a sanar -

Eri seguía sin poder controlar las lágrimas, la sola idea de que ese malvado criminal pudo haber arrebatado la vida de su pequeño solo por el placer de dañar a Neo aún la tenía destrozada. Era un rasguño, algo minúsculo en comparación a cualquier daño que pudo hacerle a su pequeño, pero ese diminuto corte tenía todo un significado detrás: torturar psicológicamente a Neo.

Mamá Rosita ponía en el regazo de Eri a su bebita Nea. La joven madre la abrazó y beso un sin fin de veces las frentes de sus bebitos ya "a salvo", aún debían salir por completo del túnel pero la pelirroja sentía que le fallaban las piernas, eran demasiadas emociones en un minuto, de milagro no se había desplomado, ni recordaba que empuñó el arma de Rokuro para abrirse paso y huir con su pequeño.

- Pequeña, linda, debemos salir de aquí - sugirió Mamá Rosita inclinándose para ayudar a la pelirroja a ponerse de pie más notó la palidez en el rostro de la joven madre y como temblaba. - Mi niña, no estas bien. Ashley, ayúdame aquí: toma a Nea y yo a Kichiro - la pequeña de coletas atendió de inmediato la petición de la mujer mayor en lo que Eri comenzaba a desfallecer ante el shock.

- ¡Necesito ayuda aquí! - gritó mamá Rosita. Ash se frotaba la nuca reincorporándose al momento, recordó como había terminado ahí: Neo. Después de maldecir un par de veces y patear la escotilla por impotencia escuchó los gritos de auxilio de la anciana.
Se puso de pie y acudió en ayuda deteniéndose solo en Ashley con la bebé en brazos.

- Mi niña preciosa, estás bien ¿Y Unice? -

- Unice salió con Umiko, pero tía Eri no está bien - respondió la pequeña asustada señalando a la pelirroja temblando en el piso con las lágrimas aún saliendo a toda prisa de sus ojos.

- Eri, Eri linda, tranquila - Ash se inclinó para tomarle el pulso, la chica sudaba frío, temblaba, estaba en un estado que el asumió como shock, era mucho para una persona como ella. Había sido muy fuerte durante mucho tiempo, demasiado, durante su noviazgo secreto, su embarazo, el parto, todo. Tantas emociones acumuladas y ahora le habían pasado la cuenta, aún así, resistió lo suficiente para ver a salvo a sus niños.

Estaba rígida, temblando, sudando frío, seguía llorando en silencio, murmurando de vez en cuando los nombres de sus hijos y el de su marido.

Yo no quiero una vida normal...

Neo, no mueras...

- Hay que llevarla a que la atiendan - explicó Ash a su retoña tratando de tomar a la pelirroja y cargarla afuera del túnel. Ash estaba muy herido, golpeado, cansado, y estaba consciente de tener más de algún hueso roto, pero Nick estaba batallando con su propia regeneración, y Hachiro intentaba contenerlo.

- Bien, estoy todo quebrado, pero mis mujeres están bien, y sigo vivo. Máximo esfuerzo - Se dió ánimos a sí mismo el ojigris soportando el horrible dolor físico que significaba para él estar tan herido y cargar en brazos a Eri casi petrificada. - Ashley, no corras. Con mamá Rosita y los mellizos salgan del túnel, yo me voy a adelantar porque... - No le iba a decir a la niña que estaba tan fatigado que iba a caer rendido en cualquier momento, pero algo debía decirle a su pequeña. - Pues, porque hay que atender a tía Eri rápido -
Ash respiró profundo, agradeció ser el más rápido, y maldijo no tener la resistencia física de Neo, pero sería capaz de poder sacar a Eri del túnel. La sostuvo con fuerza y se echó a correr con la joven madre en brazos.

Sentido de pertenencia II: Proteger Donde viven las historias. Descúbrelo ahora