(Quédate)

531 63 58
                                    

(Breve, pero necesario. Cuenta como intermedio, les dejo una rolita por si gustan tenerla para acompañar la lectura).

La joven de cabello castaño oscuro y ojos lila estaba ansiosa mirando el microondas, ver como la bolsa de palomitas de maíz se iba inflando conforme reventaban los granos de maíz le resultaba divertido. Además, estaba contenta pues esta noche le tocaba a ella elegir la película que verían los tres en casa; estaba emocionada, siempre las escogía Rokuro y hace dos semanas decidieron hacerlo por turnos. Un sorteo improvisado, donde por desgracia volvió a ganar el varón de ojos ocultos (según Hachiro con trampas), en segundo lugar el menor, y por último Sadie. Y hoy, en el "Viernes de películas juntos" le tocaba a ella, no tenía ni la más mínima idea que película elegir, pero le hacía emoción saber que una vez a la semana ella y sus dos queridos amigos compartirían bocadillos, una película, risas y cariño. Pues esos dos chicos eran lo más parecido a una familia.

- ¿Cómo van las palomitas, dulzura? - preguntó el mayor entrando en la cocina para sacar del refrigerador una botella de gaseosa de limón.

- Ya casi - respondió sonriente la chica pasando por alto el eterno coqueteo de Rokuro. Ya se había habituado a que lo hacía de costumbre más que por cortejar. El varón le dió una suave palmadita de cariño en el cabello antes de salir de la cocina mientras la chica seguía mirando la bolsa de palomitas girando en el microondas.

Al salir de la cocina rumbo a la sala estaba Hachiro vaciando papas fritas en una bandeja de plástico.

- ¿Te haz dado cuenta que nuestra Sadie en vez de crecer se hace más niñita? - murmuró sin ánimo de hacer mofa el de ojos cubiertos mientras ponía los vasos en la mesita de centro frente al sofá.

- ¿Nuestra? - remedó Hachiro en un tono burlón.

- No seas egoísta, es nuestra - refutó Rokuro robando unas papitas fritas de la fuente mientras su hermano menor le daba una palmada a modo de reproche.

- Son para después -

- Estoy verificando que no estén envenenadas - se burló Rokuro comiéndose las papitas robadas - Pero ya enserio. ¿No te parece tierno? Ya está entrada en confianza, admite que nos quiere, y mírala tan bonita preparando botanas -

- Si, es lindo el toque femenino en casa - añadió Hachiro esponjando los cojines del sofá.

Rokuro miró con reproche a su hermano menor, el más joven al no percatarse de ello porque el otro tenía los ojos cubiertos con el flequillo, se lo quitó de los ojos solo para que lo viera con las cejas fruncidas. - ¿Cómo puedes hacer eso? -

- ¿Qué? -

- ¿Cómo puedes fingir que no te afecta? Vamos hermanito, te conozco mejor que nadie. Desde que llegó Sadie volviste a estar más animado, te veo como la miras, como te preocupas de que siempre esté bien... -

Hachiro para ocultarse de la mirada de reproche de su hermano fingió que sacudía la pantalla del televisor.

- ¡Te estoy hablando! Hachiro, ya basta. No tienes que engañar a nadie -

- Somos amigos, es todo. La quiero mucho, sí, pero no hay un interés romántico o algo así -

Rokuro se quitó la mano de la frente y su flequillo volvió a cubrir sus ojos.

- Júralo -

- ¿Qué? -

- Quiero que me jures que no tienes ningún interés romántico con Sadie. Júralo y te dejo en paz - concluyó Rokuro cruzado de brazos esperando respuesta de su hermano que aún guardaba silencio a una respuesta que pudo ser inmediata.

Sentido de pertenencia II: Proteger Donde viven las historias. Descúbrelo ahora