44- Calma...

534 66 148
                                    


- ¡Quítame las manos de encima! - se quejaba Elina con el guardia que le impedía el paso. 

- Tengo ordenes del jefe para no dejarla salir -

- ¿Qué no piensas? ese infeliz fue apresado. Se va a pudrir en la cárcel, ahora muévete y déjame salir - despotrincaba la mujer mas el guardia siguió sin permitirle el paso. 

- El señor Cáncer dio la orden de no dejarla salir hasta que el vuelva, y créame, volverá - 

__________________________

Rokuro miraba de reojo a la castaña quien estaba concentrada en la cocina, se le hacia de algún modo "adorable" que viniera cocinar y hacerle compañía, pero la culpa no lo dejaba disfrutar el momento, pues Amai seguía creyendo que él no podía caminar. 

- Oh vamos... - Oyó Rokuro desde la cocina, se podía sentir un aroma a quemado, quiso echar a reír pero sabía que de hacerlo la represalia de la castaña sería considerable. Ademas, ella estaba tratando de ser linda aun siendo él un "caso perdido".

- Deja ahí pastelito, pediré una pizza - Exclamó sonriente Rokuro entrando en la sala en la silla de ruedas.

- Uuuhg, no soy mala cocinera. Es que, no estoy acostumbrada a las cocinas clásicas , lo mio es el microondas - confesó la castaña sonrojada. 

- La intención es lo que cuenta - respondió el varón sonriente. 

Ambos esperaron la pizza en la sala, mirando la televisión y platicando de los mismos programas que miraban. Amai evitaba a toda costa el tema de la silla de ruedas por temor a que fuera un tema sensible para Rokuro.

- Y... ¿Tu hermano y Sadie? -

- Hachiro trabajando -

- ¿Y Sadie? -

- También -

Amai miró algo molesta a Rokuro - Sabes que bastaba con decir: "ambos están trabajando" -

Rokuro rió por lo bajo antes de contestar - Es que Hachiro está con el turno normal -

- Ah, ya veo ¿Y Sadie...? -

- También - Repitió la broma el varón haciendo enojar a la castaña lanzandole el cojín del sofá a la cara al varón quien en el reflejo de esquivar alzó una pierna. Amai quedó petrificada, Rokuro se vio descubierto y no era capaz de emitir palabra alguna y fue la castaña que a la vez que dos lagrimas se escapaban de sus orbes avellana abrazó a Rokuro con fuerza.

- Estas bien... estas bien, gracias al cielo, estas bien -

Rokuro no sabía que hacer, no debía dejar que nadie que no fuera de la familia involucrada lo supiera, pero ya era tarde, fue descubierto y la reacción de la castaña le estremeció el corazón. Podía sentir calidez y alivio en ese abrazo. 

- Amai, yo...-

La castaña se separó de él de golpe y lo abofeteó.

- Vaya, que bipolar - Se quejó Rokuro acariciando el lugar enrojecido del golpe.

- ¡¿QUÉ MIERDA PASA CONTIGO?! podías caminar y no me lo dijiste - 

- Oh, mira detrás de tí ¡Una rosa blanca! - Exclamó Rokuro para distraer a la castaña y huir de su furia justificada. Pésima idea.

La fémina lo atrapó e intentó asfixiarlo con el cojín mientras el suplicaba piedad. 

- ¡MALDITO INFELIZ, INDOLENTE, INSENSIBLE, GIGOLÓ BARATO, PUTO, PENDENCIERO, MISERABLE, SIN SENTIMIENTOS! -

Sentido de pertenencia II: Proteger Donde viven las historias. Descúbrelo ahora