15- El linaje Zenshiro

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El nuevo equipo de trabajo llamado "Escuadrón U" se dividía para abarcar más terreno.

La información de que el vehículo identificado en las cámaras de seguridad del edificio dónde habitan Umiko y Eren era cierta. Estaba estacionado afuera de un cabaret que se sospechaba era una fachada para lavar dinero. Ash y Neo fueron al lugar, de manera "extra oficial", ambos más que detener a los sospechosos, deseaban cobrar venganza por lo que hicieron a Eren y Unice.

Se estacionaron frente al lugar, guardaron las armas de servicio en la guantera del vehículo sin en vidrio trasero de Neo.

- Deberías llevar a tu "amante" al taller mecánico - bromeó Ash señalando que aún habían restos de vidrio en el auto.

- Nadie toca mi auto - respondió en seco el blanco mayor. Sacó el automático del bolsillo, presionó un botón y después del característico *beep beep* se abrió la cajuela.

- Oh... ¿Vamos a...? Oooh~♪ Hermano a pasado tanto tiempo. Creo que voy a llorar - fingía Ash limpiarse una lágrima de emoción.

Aún que a mirada de Neo era sería, en el fondo también estaba emocionado, hace había pasado un buen tiempo desde que ambos habían recurrido a "la vieja usanza". Si bien ambos se sentían orgullosos de sus raíces por lado materno (Alemania) y paterno (Japón), a la hora de pelear el orgullo Nipón era la mejor inyección de adrenalina.
La tradición "Zenshiro" se remontaba mucho más allá de su padre y bisabuelos. Era un orgullo para ellos portar el apellido, desde niños oían la historia de cómo soldados samurái servían a la patria en base al honor y el filo del acero japonés, también algunos rebeldes que sirvieron como ninjas, más siempre recordados como héroes. De generación en generación se les enseñaba a honrar las artes de la guerra y el combate, estuvieran en su tierra o no, la nación del sol naciente era más que un trozo de tierra, donde hubiera un Zenshiro, existiría la fuerza y excelencia.

- Fríos como la nieve... - murmuró con con a sonrisa el de ojos negro.

- Elegantes como la escarcha... - respondió el ojigris.

- Letales como la tormenta -

A

mbos hermanos se bajaron del vehículo y Ash una vez más fingió limpiarse las lágrimas al ver en contenido del portal equipaje.

- No lo puedo creer *snif* las trajiste ~♪ - celebraba el menor apunto de tomar una de las perfectas katanas que tanto admiró de niño. Él tenía la propia, de entrenamiento, a diferencia de su hermano que tenía una "hecha a medida" que poco antes de que falleciera su padre fue obsequiado a él en una ceremonia familiar. Realmente se respetaban ciertas tradiciones en la familia. Ash estuvo a punto de tomar la decisión Neo, le encantaba su funda negra y la incrustaciones de piedras negras y blancas tan delicadas en el mango. Casi al tocarla, su hermano le detuvo la mano. - Oh vamos Neo, sólo quiero tocar a Bāsuto (バースト/ Ráfaga)-

- No, no se empuña la espada de otro. Además, tienes la tuya -

- ¡La mía es de niños! ¡Ni siquiera tiene nombre! - se quejó en un puchero el menor.

- Arrodíllate - exigió el mayor.

- ¡No te voy a suplicar! -

- No entiendes pendejo, arrodíllate. Te conviene - insistió el mayor sacando una pequeña botella de Sake del maletero del auto, detrás del fondo falso.

Ash tuvo un presentimiento, y obedeció a su hermano. No era la ceremonia que imaginó, pero sabía que vendría algo bueno.

- Perdón gusano, quería hacer una ceremonia familiar digna. Incluso pensé en hacerlo dentro de mi boda, pero no tenemos tiempo y necesito un buen guerrero con una buena espada a mi lado.

Sentido de pertenencia II: Proteger Donde viven las historias. Descúbrelo ahora