22- Epifanía

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Epifanía: manifestación repentina de una verdad.

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- Así que esta mierda es una empresa de cosméticos... Je, je, je. Soy un empresario ~♪ que divertido -

- Es una locura que te hagas pasar por Kevin ¿Dónde está el real y cómo permite esto? - preguntó Elina quien estaba tratando de no demostrar que estaba aterrada de estar sola en la misma oficina que el maníaco Cáncer haciéndose pasar por Kevin.

- Muerto, le metí unos tiros y lo lancé a un tanque con ácido. Vamos suegrita, estamos en confianza no se aleje tanto de mi - murmuró el maníaco sentándose irrespetuosamente en las piernas de Elina quien no podía contradecirlo o posiblemente sufriría represalias graves. El demente comenzó a revolverle el cabello para fastidiar y notó la raíz oscura de la mujer - Vaya, vaya suegrita ~♪ ¿Así que las cortinas no le combinan con la alfombra?-

La mujer sintió como se le subió el color al rostro por semejante burla sobre su color real de cabello, de no ser que era un individuo sumamente peligroso, ya lo estaría abofeteando.

- ¡Qué poco te importe si me tinto el cabello! - despotrincó la "falsa pelirroja".

- Ja, ja, ja ~♪ tampoco se enoje tanto suegrita. Pero saqueme de una duda ¿Es para parecerse más a mi futura esposa? ¿Tanta envidia le tiene a su "hijita"? -

Golpe bajo para Elina. Pues el maníaco había dado en la mayor herida al ego de la fría mujer, no era competencia para "su hija".

Desde que nacieron los mellizos se volvieron tema de conversación en toda la élite del glamour y la moda, no pensó que el plan para amarrar herencias y a su marido terminaría en una rival de atención.
La gente siempre comentaba lo adorables que eran los pequeños hermanitos Redfield y sus vistosas cabelleras rojas. Elina terminó coloreando su cabello gradualmente para que el impacto no fuera tanto. Mientras eran bebés no era tanta la competencia, seguía siendo ella quien hablaba por los niños y posaba junto a ellos para revistas de estilo de vida y moda... El problema, fue cuando comenzaron a crecer, en especial la niña.

"La heredera del emporio Redfield, sucesora de la madame de la moda"

Para fortuna de Elina, a la niña poco y nada le importaban las luces de las cámaras, y ella se había encargado de mantenerla bien abajo: "torpe, ilusa, no tan bonita, mantente callada que todo lo arruinas con tu torpeza". La fría y calculadora mujer se encargó de hacer a una niña tímida e insegura que no podría ser rival contra ella, pero no sé puede ir contra la naturaleza. La pequeña muchachita seguía creciendo y al igual su encanto natural, algo que no podía apagar. De modo que comenzó una silenciosa rivalidad, un repudio camuflado como "amor de una madre exigente", aunque no era mas que el desquite de verse opacada por su propia hija.

"Me tomó años y sacrificios volverme la Madame de la moda y el buen vestir para que llegue esta tonta niñata y se quede con todo lo que es mío por derecho ¿Cuál heredera? ¡Soy una mujer joven aún! ¡Aún tengo años para seguir reinando! Sólo tenía que ser un varón, un estúpido varón pero la idiota tuvo dos ¡Y tenía que ser una niña!...
Tengo que deshacerme de esta niñita pronto... ¡Ya sé! ¡Qué se case! Se casa con algún estúpido que la mantenga sometida y fin del problema".

Elina comenzó a obligar a la joven Eri a asistir a fiestas para conocer muchachos, al ver que está rechazaba a cualquier pretendiente encontró a un "gran candidato": Kevin, quien siempre mostró un interés romántico por Eri. Pero las cosas no salieron como ella planeó. La joven escapó de casa, se independizó, mostró valor. Pero, como ya no era una amenaza para su ego, no se esforzó en seguirla, ya siquiera le importaba.

Sentido de pertenencia II: Proteger Donde viven las historias. Descúbrelo ahora