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Al traspasar las puertas de la preparatoria, llame la atención de algunos, sus miradas me hacían sentir nerviosa e preocupada. ¿Se enteraron lo que pasó ayer? De inmediato descarte ese pensamiento, pues si lo supieran estarían mirándome con aterrados o apuntándome con alguna arma como defensa.

Camine hasta donde mi casillero, de este mismo saque los libros respectivos de la materia que me tocaba después del timbre. Los guarde en mi mochila dirigiéndome a las bancas del patio aun con la mirada de algunos, seguía sin entender el porqué.
Examine disimuladamente mi vestimenta jeans blancos, converse negros, junto a un crop top de manga larga con los hombros descubiertos, eso no era raro. A menos que fuera la una coleta alta, acostumbraba a estar en cabello suelto.

Cuando llegue al área donde las bancas, estaba repleto de estudiantes, busque con la mirada alguna vacía, al ver a unos chicos dejar libre una; no tarde en ocuparla. Del interior de mi mochila saqué una manada a verde, y al terminar de darle el primer mordisco, la fruta me fue arrebata. Dispuesta a despedazar a esa persona, la encare conectando mirada con un par de ojos celestes; era Liam. Este mismo con la manzana en la mano tomo lugar a mi lado.

—Casi me da un ataque cuando no te encontré en la casa —reprochó con preocupación, me limité a sonreír de lado—. ¿Fuiste al loft?. —pregunto al percatarse de mi atuendo.

—En la madrugada —asentí—. Solo fui por un cambio de ropa y la mochila, no me podía quedar allí.

—¿Por qué?

—Porque Kira y Scott estaban teniendo una cita, lo bueno fue que estaban lo bastante distraídos entre para darme oportunidad de entrar y salir rápido —respondí recordando cuando a la pareja rodeada de luces—. Y no. No volví a tu casa, camine por el bosque para despejar mi mente. —le interrumpí antes que preguntara.

—¿Que clase te toca? —inquirió cambiando de tema al mismo tiempo que le daba un mordisco a la fruta.

—¡Oye! Es mi manzana —repliqué empujándolo levemente.

—Tienes otra en tu mochila —comentó soltando una risa.

—¿Como lo sabes? No, espera, olvídalo —me contradije al recordar que tenía un desarrollado olfato—. Me toca álgebra —conteste al observar la pantalla del teléfono, pues en esta tenía el horario de fondo, muy efectivo por cierto.

—Me toca lo mismo, ¿vamos? —se puso de pie tendiéndome la mano libre para ayudar a levantarme.

—Vamos —tome su mano, pero antes de guardar el teléfono me le quede viendo a la hora—. Liam.

—¿Eh?

—Vamos quince minutos tarde —avise sorprendiendo al chico.

—¿Es broma, no? ¿Acaso se escuchó el timbre?

—Creo solo nosotros fuimos quienes no lo escuchamos —murmuré observando alrededor, el ares de bancas pasó de estar lleno de estudiantes a estar desolados a excepción de nosotros.

—¿Entonces corremos? —dijo tirando la mitad de manzana a un bote de basura.

—¿Correr? —cuestione confundida, hasta que recordé el motivo—. El profesor, mierda. Seguro nos pondrá falta, reporte y no nos dejará entrar, Liam corre —murmuré entre dientes jalando al mencionado de la mano, ambos usamos nuestra velocidad sobrenatural pues era un motivo urgente.





El resto del día lo pasé evitando a Lexa y al resto de la manada, algunas veces era dócil ya que ellos al verme me llamaba pero yo ni una mirada les daba. Faltaba una hora para el partido, por lo que me dirigía a los baños de mujeres para allí cambiarme al uniforme, apenas ingrese a un cubículo de discapacitados —ya que estos estaban más grandes— me empecé a cambiar, cuando de pronto escuché como abrían la puerta de los baños. Era Malia, su aroma la delataba.

—¿Mackenzie? —me llamó pero me mantuve callada siguiendo con mi trabajo—. Se que estás allí, sabes que puedo escuchar tu corazón y olerte. No puedes evitarme todo el día —hablo caminando de un lado otro, lo sabía por sus pisadas.

—Si puedo —murmure guardando la ropa en la mochila que traía conmigo.

— No puedes, si lo sigues haciendo haré que comas un venado —hice una mueca de asco—. No hagas esa cara, saben bien —reprimió. Mire a mi alrededor intentado descubrir el cómo sabía lo que hacía.

—Para ti saben bien, para mi son un asco —comente
saliendo del cubículo ya cambiada. Con la mochila a la mano me senté en el espacio aún lado del lavabo para ponerme los tenis.

—No soy muy buena hablando, pero te dire que si te culpas, te golpeare —amenazo, sabía a lo que se refería—. Esa persona nos iba a matar, tú solo lo hiciste primero. Tus ojos cambiaron, son azules, y tenerlos de ese color no es malo, recordarás que salvaste las vidas de otros hombre lobo.

—Lo sé —musité por lo bajo—. Te estaba evitando por que no quería que me miraras decepcionada como lo hicieron algunos por mis ojos —al terminase con mi trabajo la miré directamente a los ojos.

—¿No te acuerdas que mis ojos también son azules? —la mire boquiabierta, lo había olvidado.

—Es verdad.

—Ahora que tienes los ojos azules me ayudarás a cazar venados, ¿verdad? —al escuchar su risa, le mande una mala mirada.

—Te aprovechas de tu hermana menor —señalé—. Pero como te esforzaste en hacerme sentir bien, te ayudaré a cazar tu cena de hoy en adelante —baje del lavado, y tomando a Malia desprevenida la envolví con mis brazos.

𝗧𝗵𝗲 𝗿𝗲𝗳𝗹𝗲𝗰𝘁𝗶𝗼𝗻 𝗼𝗳 𝗽𝗲𝘁𝗲𝗿 |TEEN WOLF Donde viven las historias. Descúbrelo ahora