Love Letters 2《》 Min Yoongi (COMPLETA) ✔

LXVI

Repasar el mensaje de Yoongi me hacía sonreír. Cada vez que intento borrar esa gesto alegre vuelve aparecer. El culpable era ese te amo que envió. El corazón me había latido con fuerza en ese instante, estaba totalmente fulminada, flechada cuando vi esa palabra fuera de serie con la que se dirigió hacia mí. Mi corazoncito se encogió de felicidad. Fue todo gracias al momento de embriaguez del pelinegro, el pasarse con el alcohol realmente me regalo una gran ocasión tierna.

Por supuesto cumplí mi ofrecimiento, fui a su encuentro. Ni siquiera logramos cruzar alguna expresión cuando abrió la puerta de su estudio y ya me había jalado hacia su interior para besarme apasionadamente. Sólo luego de muchos besos, algunas caricias descaradas y necesitadas, una que otro referencia al extremo gusto que le causaba tenerme, el nivel de alcohol en su sangre lo derroto hasta hacerlo dormitar murmurando unas disculpas hacía mí dada su falta de fuerzas. Me quede largos minutos viéndolo dormir sobre el cómodo sofá de su propiedad antes de regresar a mi hogar. Guardando sus bonitos rasgos en mi mente.

Decido dejar de intentar suprimir la sonrisa en mis labios, estaba sonriente por Yoongi, era perfectamente aceptable. De ese modo entre a la florería lujosa en Gangnam que se me a sido indicada. Ni siquiera debo asegurarme que es la correcta porque la foto de ella adorna la entrada.

—Buenos días, ¿En qué podemos ayudarla? ¿Tiene programada una cita con nuestro especialistas? —dice la representante libre del lugar, el resto de las vendedoras atienden a otras personas, la mujer es alta y flaquísima. Uniforme impecable, ningún cabello suelto.

Brevemente le explico a que he venido. A reunirme con la persona que tiene las riendas de este establecimiento comercial lujoso.

—La señorita comento que una buena amiga vendría a verla —comenta sonando incluso más atenta a mi presencia—. La llevaré ahora mismo con ella personalmente.

Se apresura a indicarme la dirección hacia donde la aludida debe encontrase aguardando mi llegada. La encargada camina un paso adelante mío en silencio y verificando si voy siguiéndola constantemente, no paraba de echarme vistazos juzgando en detalle mi apariencia, sé que juzga mi imagen por la forma en la que revuelve los ojos y los achica, ni siquiera estas siendo discreta, finjo que no noto su actuar, ni siquiera me tomo la molestia de sentirme incómoda, tenía mi barrera protectora en estos mismo instante activada (gracias a mis dosis de Yoongi estaba reforzada) como para incordiarme por algo que realmente era insignificante viniendo de una persona que no conocía de nada.

Minji, se había contactado conmigo el día siguiente a esas misteriosas fotos que fueron enviadas a mi novio con propósitos de desacreditar con cuanta seriedad asumía la relación que mantenía. En ellas realmente no se veía alguna actitud fuera de una amistad, aunque posiblemente para una hombre seriamente inseguro dichas fotografías hubieran causado un gran conflicto. La confianza que el pelinegro mostró conmigo le daba otro punto a su favor, mi amor no hacía mas que aumentar. La repentina ganas de querer mostrarme su otro negocio al poco tiempo de este hecho era muy sospechoso, así que por eso acepte venir, debía cerciorarme de algún modo que fue ella la autora en este incidente.

El local de arreglos de flores y sus derivados estaba ornamentando en puntuales tonalidades pasteles, infinitamente femenino. Casi como si se tratara de la propiedad de una pretenciosa muñeca, aunque literalmente de eso se trataba. Sencillo engalanamiento hacia resaltar los productos en venta. La oficina desde donde la joven gerente maneja el negocio se deja distinguir por la placa donde su actual nombre esta escrito con bella letra, la lámina usada parece estar hecha de oro. La encargada es quien da los toques sobre la puerta que nos permiten el ingreso. Con un ademán fino Eunji me recibe dejando su puesto, la impecable asistente se ve minimizada ante el aspecto de su jefa porque ante ella baja la mirada sintiéndose menos, siento algo de pena por la actitud que asume.