LXXIV

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Mi turno de trabajo en la veterinaria acaba en cincuenta minutos. En media hora acaba por completo mis labores en este centro veterinario que me acogió cordialmente, ha sido un grato período mi permanencia aquí, he disfrutado cada jornada a pesar que algunas hayan tenido complicaciones y llamadas de atención. De cada una de situaciones una enseñanza importante se adhirió en el aprendizaje que me llevaba a formarme como una excelente mujer que veía por el bienestar animal. Iba a extrañar en todos los aspectos este lugar.

Sunbae Dakho ocupa su escritorio, transcribe personalmente algunas cartillas de aquellas mascotas que atendió recientemente, tuvo un accidente con las anteriores notas médicas donde la lectura de estás se volvieron dificultosas, mientras tanto voy ordenando los cuadernillos en el estante designado, ayudo en el orden una última vez, esperaba que encontrara alguien pronto que pudiera acoplarse con facilidad a su ritmo marcado laboral. Noto que el mayor va tocando frecuentemente la esquina de sus lentes, no deja de moverlos.

—Tengo que volver acostumbrarme hacer todo de nuevo solo, me has malacostumbrado —dice dejando su fina pluma a un lado de su material—. Fue difícil encontrar alguien que me entienda en mi modo de trabajo, antes que llegarás no dejaba que se metieran en mis expedientes e informes a Jun siempre le a importado poco ese aspecto, soy especial en ese sentido.

Desdobla la manga de su camisa blanca, me clava sus ojos negros. Me llevan a nuestra presentación meses atrás, lo intimidada que me había puesto frente a ambos sunbaes, si le agregaba a la excéntrica señora Lee, era enorme la amenaza que sentí.

—Debes recordar lo que expresé cuando llegaste junto al otro chiquillo —sigue comentando a la par que se ocupa de desdoblar la manga sobrante, suena afable, parece permitirme ser más amistoso y cercano que lo habitual.

—Sí, intento sonar como alguien sumamente severo.

Esa autoridad de ser alguien superior estuvo presente desde el instante uno en estas áreas. Eran vagan las memorias respecto a un autoritarismo que pensaba afrontaría debido a ese breve preámbulo que sucedió antes de mostrar mis habilidades en el campo. Había eliminado ese traspié porque al asumir con seriedad mi puesto convivir en armonía a lado de sunbae cambio su manera de verme. Pude ganarme mucha de su confianza.

—Me negaba en rotundo aceptar niños —refiere señalándome—. Ya habíamos tenido malas experiencias, un par de muchachitos antes de ustedes nos causó terribles problemas, la señora Lee se esforzó un montón en que no cerraran su negocio, Jun y yo en que no nos quitaran nuestras licencias —se detiene un momento para pasar la mano sobre la placa que lleva su nombre frente a la mesa—. En serio regresar a ese tormento no me apetecía nada, eso parecía que iba a suceder cuando vi de nuevo a dos mocosos llevando esas grandes sonrisas en la cara —sigue explicando sin detallar lo antes sucedido—. Le deben el puesto al ímpetu de la jefa por aceptar personas que recién empiezan a experimentar el área laboral y que no muchos dueños quieren —apoya los codos sobre la mesa y junta las manos—. Si hubiera estado en mi disposición aceptarlos, ni siquiera una llamada de regreso hubieran obtenido.

—Lo sé, sunbae lo dejo en evidencia desde que nos vio —respondo, uso un tono frío cuando lo hizo—. En ese santiamén creí que iba estar fuera en menos de una semana.

—Ese era mi plan, iba demandarle a la jefa que los echará hasta que en realidad lo hiciera, tenía a mi compañero de lado, estábamos seguros de convencerla —cuenta sonriendo—. Pero Misuk fue astuta y no dejo doblegar su voluntad, tuvo razón, lo acepto. Estuve equivocado.

Sonríe con más ganas, como si el que hubiera estado equivocado fuera lo mejor que puedo haber sucedido. Mis labios se estiran hacia los costados queriendo compartir aquello que lo hace poner contento, hemos compartido algunas sonrisas juntos sin embargo la que tiene plasmada ahora lleva una carga alta de sinceridad.

Love Letters 2《》 Min Yoongi (COMPLETA)  ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora