LXXXIV

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Los metros que nos separaban se hicieron humo, desaparecieron, solo un corto paso nos aleja. Yoongi me queda mirando con sus cansados ojos marrones asustados, suavizados, aliviados, muchas emociones saltan en el brillo de su mirada. Él esta conmocionado, no se mueve mientras me contempla. Hago llegar la palma de mi mano hacia su mejilla, está fría igual que mi piel, pero el contacto de estás calienta esa pequeña parte, mi novio suspira.

—Yoongi, has venido, quería tanto verte —digo en un susurro muy bajo.

Pestañea abriendo ligeramente la boca. Su cuerpo que permanecía quieto, asimilando que me tenía enfrente elimina completamente ese espacio que nos separaban. Los suplidos del viento en medio de los dos ahora son inexistentes. Sus brazos firmes me rodean, me apega tanto contra su cuerpo que puedo escuchar los latidos acelerados de su corazón, las lesiones a lo largo de mi torso condolecen por el apretón cariñoso, las molestias del dolor ahora no significan nada, tampoco la bulla del comando policial, médico o las alarmas chillonas de las patrullas, porque entre el mimo de adoración que compartimos las minimiza a tal punto que solo somos él y yo.

—Sunhee —murmura sobre mi cabello, un dulce llamado de mi nombre.

Lo siguiente que sucede es que sus labios besan los míos en un bello toque perfumado de cariño inocente.

Mi boca recibe el besito, y mi estómago se llena de mariposas de aromadas alas, dejan el aroma del pelinegro en mi interior en cada aleteo, bañan el terror que he sentidos estos días en el encierro maldito, cautiverio, de un rocío armonioso, me hace dueña de una tierna y jubilosa quietud que brinca hasta el fondo de mi mente.

Yoongi recorre mi faz con el ceño ligeramente fruncido, cada marca que dejaron los golpes hace que el pelinegro se entristezca. Su corazón padece, puedo sentirlo. Un padecimiento enamorado, se preocupa tanto del estado en el que pueda encontrarme.

Reemplaza la mirada que estudiaba mis magulladuras por esa suavidad de las yemas de sus dedos, acaricia todo aquello que puede, frente, parpados, nariz, mejillas, el borde de mis labios que añoran otro beso. Su halagadora atención ocupa el total de mis pensamientos y sentidos, fundida en éxtasis amoroso que solo el pelinegro puede brindarme, apagaría incluso la proclamación de una guerra civil. Las ruinas y destrozos las construiría.

Ahora soy yo la que se abalanza apretarse contra su pecho, estoy procurando tanto no llorar, una Sunhee del pasado hubiera estado llorando ya hace mucho, pero necesito estar un poco más junto a él sin llantos. Sé que podría desvanecer justo en este instante porque estoy mal herida y sería lo normal, pero estoy resistiendo porque él está aquí por mí, eso me da fuerzas. Me apoyo contra él, me sostendrá, no me dejará caer.

—Estuvimos buscándote. Todos estaban asustados —menciona, colocando mis cabellos detrás de mi oreja, el roce de su boca sobre mi piel—. Estaba asustado de no poder encontrarte.

Vuelve a besarme, en un beso más duradero.

—Puedes dejar de estarlo, estoy aquí contigo —respondo con el aliento entrecortado—. Deseaba escuchar tu voz, soñaba con hacerlo.

Ese sosiego que Yoongi me brinda de repente se ve interrumpido. Los radios trasmisores policiales dan información que no he llegado a entender pero que causa un mayor movimiento en el entorno. Los policías que estaban esperando preparados ordenes se ponen en marcha, corren hacía ese punto donde los cómplices secuestradores se han quedado luchando entre ellos debido que sus ideales no lograron mantenerse en el mismo hilo, la mujer recapacito mientras el hombre seguía empeñado en cumplir sus macabros propósitos. La pesadumbre se siente en el ambiente, todavía dispuesto a quedarse y no dejarme partir. En decirme que en la realidad aún queda algo por enfrentar.

Love Letters 2《》 Min Yoongi (COMPLETA)  ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora