LXXXVIII

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Yoongi descendió de su auto estacionado frente a mi casa tan radiante como siempre, un hermoso hombre modelando en las calles de mi barrio donde la moda no era prioridad. A estas horas de la tarde él usaba una camisa gris de cuadros rojos y blancos, combinaba perfectamente con un pantalón negro sujetado por una correa del mismo tono. No usaba un tapabocas o capucha.

Mis padres quizá habían intuido que Yoongi vendría, por esa razón cada uno puso escusas para dejar la casa a pesar que yo en ningún momento sugerí que lo hicieran. Solo había estado esperando que la "suerte" decidiera por mí. En el caso que ellos se hubieran quedado seguramente hubiera encontrado la manera de solucionar la situación.

Guie al muchacho de cabellos negros hacia mi habitación, en esa área de mi hogar sentía más confianza. Era mi zona.

—Ya tengo casi todo listo. Mis documentos están en orden —me atrevo a decir.

—Es bueno oír eso. Creo.

Sin ser capaz de agregar otra palabra me recuesto sobre mi cama. Ya necesitaba un respiro, tan pronto. Caigo contra mi lado derecho, mientras mis pestañas parpadean más de lo habitual. Yoongi copia mi acción, con la diferencia que él se recuesta sobre su brazo izquierdo. Puedo percibir su calor. El calor que emite su cuerpo.

—Estoy buscando las palabras perfectas para decírtelas —digo sin atreverme a tocar su cara, sus manos o mejillas.

—Porque no haces como yo y solo te dedicas a mirarme fijamente los ojos.

—Yoongi, tú hasta el final tienes que ponerme las cosas entre nosotros difíciles. Si la vida fuera más fácil y estuviera de mi lado te miraría por siempre a los ojos.

—Quiero decir que aún no tienes que decir nada. Estoy tan cómodo en este momento contigo.

—Viajo mañana, pero aquí contigo parece que aún queda una eternidad antes de marcharme —declaro siendo tan honestas con mi sentir—. Sin embargo me recuerdo que debo marcharme mañana.

—Eso lo tengo claro, como tengo claro que estoy usando toda mi fuerza de voluntad nada para no convencerte de quedarte.

Por un largo instante quisiera que lo hiciera. Pero es Yoongi, no lo hará.

—Eso no me impide decirte Sunhee... —suspira muy tierno—. Te amo, Sunhee.

Su confesión de amor provoca que esconda mi rostro en su pecho mientras mi cerebro reproduce lo último que ha dicho. Las palmas de sus manos, sus largos dedos se colocan en mi espalda, están sobre la tela de mi camiseta, pero la piel debajo de esta siente cosquillas.

—Es por decirlo cómico que nos volviéramos a encontrar si íbamos en el recorrido del mismo destino —continúo hablando el pelinegro.

—Es una comedia muy amarga —contesto en respuesta—. Por eso deje de verlas. Ni siquiera podemos considerar esto una tragicomedia, porque si somos imparciales no lo sería. Lo de comedia le queda bien.

Yoongi asiente. Sus labios rozan mi frente, y para concluir agrega:

—Somos todo un circo completo —refiere usando su tonalidad suave —. Somos los reyes del circo. El acto estelar. 








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Love Letters 2《》 Min Yoongi (COMPLETA)  ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora