XXVII

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—Muchas gracias por a ver participado en la actividad escolar. Espero verla otro día fue un encanto tenerla en el salón. Hasta luego —me dice la maestra en forma de despedida, acaricia suavemente los cabellos de Yoonsuk antes de despedirnos por completo, este recibe la caricia muy contento. Mucho.

Esa felicidad no sé le borra al niño incluso cuando ya hemos salido del colegio.

—Te gusta la maestra —digo haciendo esas expresiones que usaban los colegiales con el fin de molestar a sus compañeros.

Pone su cara avergonzada de niño de ochos años que lo hace lucir tierno, se ha puesto muy rojo. Luego hace una mueca rara y empieza a negar que sea cierto aquello que he dicho.

—A mí no me gusta la maestra Yangmi.

—Se te nota en la cara que te gusta mucho, no mientas —respondo insistiendo con mi comentario—. Ella es guapa y es cariñosa. Es amable.

Yoonsuk hace un puchero molesto. El hermano de Yein era sumamente fácil de leer. Ahora mismo sabía que no le gusto ni un poco ser descubierto. No existía nada que nos pudiera ocultar porque todo nos los decía a través de sus expresiones. Si le había ido mal en el colegio, si le iba regular, sin le iba bien, todo podíamos notarlo.

Cada vez que lo miraba veía en él ese hermano que no logre tener a pesar de todos los ruegos dedicados a mis padres para que tuvieran otro hijo, pero aquel deseo nunca me fue concedido. Supuestamente tener a mí era suficiente. A este pequeño lo vengo tratando como mi hermano menor desde que ha nacido. Era fácil agarrarle cariño.

—Ella es buena conmigo y bonita. Nunca grita, nos regala caramelos, juega con nosotros en los recreos —empieza a decir bajito sin mirarme—. Sí me gusta —confiesa bajito.

—Que lindo eres. Debería llevarte conmigo y ya no devolverte. Mírate eres igual a un pequeño tomate, adorable —aprieto sus mejillitas hablándole como a un bebé. No le gusta nada este gesto.

El niño tiene unos ojos muy grandes que lo hacen lucir como un tierno peluche de felpa. Unos ojos en los que no dudaría en confiar acompañados de bonitas pestañas. Su cabellos negro liso y su piel blanca con bonitos rasgos. Son una perfecta combinación. Rompería un par de corazones cuando creciera.

—Ya suélteme hermana falsa —dice librándose de mis apretones cariñoso—. Yo no soy un bebé. Ya soy grande. Déjame de tratar así, nunca me haces caso. ¿Hasta cuando voy a tener que soportarte? Eres mala —reniega.

Unos compañeros de la clase de Yoonsuk  acompañados por sus padres de pronto nos dan alcance, él vuelve a ser el alumno educado y sereno del salón ante la presencia de estos. Los niños siguen muy contentos por la charla que he dado sobre el cuidado de las mascotas del hogar, incluso continúan haciendo más preguntas. Los padres muestran una sonrisa de disculpa ante los cuestionamientos de los pequeños. Había logrado captar verdaderamente su atención, algo que no había pensando en realizar en su totalidad. Eso de dar charlas a un grupo no pensaba que se me daba bien pero salí victoriosa a pesar de mis nervios iniciales.

Yein hace una semana me había pedido ir en su lugar. La clases de Yoonsuk estaba haciendo esa actividad de mostrar al salón diferentes profesiones de algún familiar cercano, ella tenía el día ocupado y sus padres eran demasiado tímidos para hacerle frente a este público infantil.

—¿Otro día vas a volver? —pregunta la niña de colitas.

—Todos nosotros nos gustan muchos los animales y los amamos. Por eso tenemos a nuestro pez Toto con la pecera limpia. Cada uno de nosotros tiene su turno de cuidarlo —explica el niño de cabello ondulado muy orgulloso—. Toto es el pez dorado que le mostramos antes de que saliéramos —sigue diciendo por si no me ha quedado claro—. Has sido las más divertida de los familiares de nuestros compañeros que han venido hasta ahora. Todos opinamos lo mismos. Algunas charlas fueron tan aburridas que casi nos quedamos dormidos. La de mi mamá fue la más aburrida. Es que trabaja en una oficina escribiendo papeles y gritando a los demás.

Love Letters 2《》 Min Yoongi (COMPLETA)  ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora