Love Letters 2《》 Min Yoongi (COMPLETA) ✔

LXXX

Fue una buena decisión venir por Yein a la salida de su empleo, del mismo modo pedirle a Minji que me otorgara el permiso de conseguir esa intención, iba acumulando una serie de favores hacia la muchacha heredera. Estaba al tanto de la hora exacta donde mi amiga estaba haciendo culminar sus funciones, sus encargos para la publicación mensual de la revista donde supervisaba artículos antes que estos sean publicados le permitirán tener estos días una salida anticipada, estuvo avanzando mucho material y así poder llegar lo más rápido posible junto a su madre, era el entorno maternal donde mi amiga se sentía protegida.

El día aún estaba no estaba oscurecido en su totalidad, los últimos rayos del sol todavía se reflejaban en las nubes del cielo y en el edificio donde ella ejercía sus labores los trabajadores seguían sus ocupaciones. Esto no a sido inconveniente para que el hombre que le causo daño se presentara con el semblante furibundo y colérico. Alexander estaba aquí, mi instinto respecto a que algo sucedería no falló.

—¿Cuánto más vas hacerte de rogar? —le dice el sujeto mientras intenta acercarse a ella, tiene los ojos muy rojos, el azul de ellos ya no se notan, el enfado que maneja los opaca, las venas en su cuello se tensan, a su enmarañado cabello rubio platinado parece que no le hubiera pasado el peine hace semanas enteras—. Es jodido tener que esperarte cuando hay muchas allá afuera.

Yein retrocede uno pasos de donde se encuentre, tiene escrita en la frente querer salir corriendo, dejarlo todo atrás, sin embargo, no consigue hacerlo porque se inmoviliza.

—¿Qué crees que estás haciendo idiota? —digo, la rudeza en mi voz se hace notar, él se pone alerta un instante—. Vete, no haces que seguir causando problemas.

Tener cierta cantidad de testigos conocidos en estos instantes le estaba causando a mi amiga gran conflicto, la expresión contraída en su rostro, que no dejara de mirar a su alrededor afligida, apenada, triste, de esa manera agachaba la cabeza lo sacaba a relucir. Algunos observaban desde lejos otros pasaban de largo, pero bien atentos a enterarse medianamente de lo que sucedía, por supuesto ninguno dispuesto a intervenir, ni siquiera el guardia de seguridad sabía como proceder, seguía en su puesto sin corresponder a alguna intervención, retiro de un airado sujeto. También estaba el miedo que Yein hacía notar en el temblor de su cuerpo, a la par de asumir que las miradas curiosas no se irían el pánico de volver hacer atacada la amedrentaba.

El hombre extranjero en medio de su coreano no tan fluido intenta acercarse a ella una nueva vez, sujetarla por el brazo, es rápida y lo evita, me interpongo entre ellos en el afán de evitar el siguiente intento. La pelinegra en sincronía conmigo ya se encuentra detrás de mí refugiándose de alguna posible grave amenaza que pueda suscitarse.

Entonces, Alexander  cambia de faceta. Ya no es el ogro encolerizado que entró a irrumpir en el edificio, es la mansa paloma que vuela entre las copas de los árboles y da una calma quietud de credulidad positiva, su discurso cambia, la personalidad simulada que mostró en un inicio al conquistar a Yein con buenos tratos y caballerismo es quien toma posesión de su cuerpo, sabemos que todo es un engaño, él a sido un buen actor todo este tiempo, no se da por vencido, su papel de falso individuo agradable no se lo iban a quitar fácilmente, no cuando le gustaba tanto interpretarlo.

—Vamos chiquita, sabes que te amo solo a ti —casi recita con encantadora voz y centellantes ojos blandos—. Mung Mung te ama del mismo modo, te espera en mi casa, te extraña al igual que yo.

A mi amiga la siento sacudir la cabeza a mis espaldas, sujeta la tela de mi gabardina verde oliva, lucha contra esos rastros de sentimientos que todavía quedan en su interior, aquellos compromisos que le fueron anunciados en las románticas veladas que compartían y luego ella contenta e ilusionaba venía a contarme. Poner asentado que fue un engaño.